09 Dec
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Miguel Ángel Valero

El estudio ‘Infancia y adolescencia en entornos digitales’, elaborado por la Fundación Orange y Save the Children en colaboración con GAD3, muestra que el 93% de los adolescentes reconoce que debe cambiar alguno de sus hábitos actuales en el uso de las pantallas (móvil, internet): reducir el tiempo de conexión (54%); dedicar más tiempo al deporte (39%); y no dormir cerca de un dispositivo digital para evitar la tentación de echar un vistazo (34%). 

Pero, al mismo tiempo, el 14% de adolescentes afirma también que sus padres usan el móvil o las plataformas digitales más que ellos. Un adulto sin hijos está conectado 4,7 horas al día, según Narciso Michavila, presidente de GAD3. Los padres, 4,3 horas, una más que sus hijos. DE hecho, algunos padres y madres admiten que en ocasiones son un mal ejemplo frente a sus hijos en cuanto a hábitos de uso de la tecnología. 

El informe pone el foco en la necesidad de reflexionar sobre el propio comportamiento, ya que no se puede fomentar un uso consciente y saludable en la infancia y la adolescencia sin un ejemplo coherente por parte de sus padres. Así, adoptar límites y hábitos equilibrados no solo beneficia a los adultos respecto al uso que ellos mismos hacen, sino que también contribuye a educar a los hijos desde lo cotidiano. 

"Contribuir a un uso responsable de la tecnología es una labor que requiere la implicación de todos", insiste Luz Usamentiaga, patrona de la Fundación Orange y directora general de Regulación, Asuntos Públicos y Sostenibilidad de MasOrange

“El entorno digital aporta grandes ventajas a los niños, niñas y adolescentes, pero también implica riesgos. Analizar y entender cuáles son sus mayores retos nos ayuda a trabajar para garantizar que sus derechos estén también protegidos en el universo digital”, afirma Andrés Conde, director general de Save the Children.   

Los jóvenes dedican su tiempo digital a chatear con sus amigos (90%) y al menos a una actividad relacionada con el ocio o el entretenimiento, destacando especialmente ver vídeos o series y jugar online (más del 90%). Estos datos ponen de relieve el papel que el entorno digital ha adquirido como espacio fundamental de socialización para los más jóvenes, pero también que su uso excesivo también genera efectos negativos, tanto físicos como emocionales (problemas de sueño, bajo rendimiento académico o sedentarismo, entre otros, según los propios jóvenes). 

En ese sentido, el 81% de los adolescentes y el 89% de los adultos están concienciados con los riesgos en el entorno digital y entienden que la protección de la privacidad es muy importante. El 62% de los menores asegura entender bien qué tipo de información comparte en las plataformas digitales. Sin embargo, más de la mitad de los adolescentes y adultos admite ignorar cómo proteger su información personal en Internet. Además, un porcentaje muy elevado reconoce no saber diferenciar información falsa en el entorno digital.

El 46% de los adolescentes se preocupa por la huella digital que sus actividades dejan en internet y considera necesario reducir la autoexposición, así como cuidar los contenidos que comparten en sus perfiles. En el caso de los adultos, esta preocupación aumenta hasta el 65%. Las medidas que adoptan los adolescentes para proteger su información en redes sociales son muy similares a las que adoptan los adultos: no compartir información personal, mantener sus cuentas en modo privado o no aceptar solicitudes de desconocidos, entre otras. 

Según el estudio, casi la mitad de los adolescentes encuestados ha recibido mensajes de desconocidos; el 13% ha recibido insultos, acoso o amenazas en el ámbito digital; y el 28% de los profesores ha presenciado situaciones de este tipo. Ante circunstancias de riesgo digital, la reacción más habitual entre los adolescentes es bloquear a la persona o cuenta responsable. Además, un 25% recurre a sus padres. Llama la atención que un 13% decide no tomar ninguna acción.

Responsabilidad de los padres

El mal ejemplo que dan los padres a sus hijos con una excesivo utilización del móvil y de internet choca la convicción social generalizada de que quienes tienen la responsabilidad de educar a los más jóvenes sobre el correcto uso de la tecnología son ellos. En cambio, los padres con hijos menores de edad dan más protagonismo a las empresas tecnológicas, el gobierno o los profesores. 

"Es un problema social que supera a los operadores", opina el presidente de GAD3, que cree que "la prohibición total es un error, lo que hay que hacer es respetar la edad mínima de acceso, que los bebés no puedan acceder al móvil y que el alumno no pueda usarlo durante las clases, también ayuda un uso responsable por parte de los padres".

"Es un problema transversal en todo el mundo, no solo en España, que genera un espacio de oportunidad. Los padres pueden hacerlo mucho mejor, Y la tecnología permite un uso eficiente de los sistemas de verificación de edad y de las medidas de protección de los datos del menor", aporta el director general de Save The Children, que insiste: "hay un malestar de fondo entre los propios jóvenes con las redes sociales, por lo que debemos ayudarles a reducir su exposición digital"

Los adolescentes también lo tienen claro: los principales responsables de su formación digital son sus padres. Aunque también mencionan a los profesores y a la Policía. Los chicos destacan más la credibilidad de sus padres, mientras que las chicas tienden a valorar más el papel de la policía o sus profesores. 

Las madres con hijos menores afirman mayoritariamente que supervisan y vigilan toda la actividad de éstos en internet, además de acompañarlos en el uso que hacen de este medio. En cambio, los padres destacan en mayor medida su rol como resolutores de dudas relacionadas con internet y por ser quienes hablan sobre los riesgos digitales, aunque sin llegar a controlar lo que hacen. 

El 60% de los adolescentes creen que sus padres tienen mucho o bastante conocimiento sobre su actividad en internet. El 61% de los padres se apoya en herramientas para supervisar las acciones de los más pequeños, aunque este porcentaje baja a un 56% entre aquellos con hijos e hijas de 13 a 17 años. Un 68% de los padres cree que su derecho a revisar los dispositivos es más relevante que el derecho a la intimidad de los menores. Pero el 65% de los adolescentes se queja de que estas herramientas de supervisión limitan su privacidad. El 60% reconoce que sabe cómo saltarse esos controles. 

Por tanto, los padres han de estar preparados para saber cómo afrontar desafíos tales como que sus hijos posean una mayor formación digital y sepan saltarse los controles (56%), la complejidad de las plataformas digitales (47%) y la ausencia de recursos y de formación (37%). 

Y deben afrontar también el problema del sharenting, que sus hijos  aparezca en las redes sociales de sus padres. El 16% cree que sus progenitores comparten mucha o bastante información sobre ellos en redes sociales y, ante esta situación, uno de cada cuatro se siente incómodo o muy incómodo. El 54% de los padres y madres realiza esta práctica, y, lo que es más sorprendente, el 39% lo hace siendo consciente de los peligros que conlleva.

Recomendaciones

La Fundación Orange y Save the Children proponen una serie de recomendaciones para hacer un uso responsable de la tecnología, con especial foco en la necesidad de hacer algunos cambios en los hábitos digitales en la familia, tanto por parte de los padres como de los propios adolescentes:

  • pautas claras en el uso de los dispositivos digitales
  • definir horarios de uso y limitación de tiempos,
  • fomentar la desconexión digital con actividades analógicas dentro de la familia
  • no utilizar los dispositivos como “chupete tecnológico”
  • reflexionar sobre la privacidad, tanto en lo que se refiere a los datos compartidos por los padres (sharenting) como en los expuestos por los jóvenes en sus redes sociales
    • mantener las cuentas en modo privado, evitar compartir datos sensibles (ubicación, dirección, centro de estudios…) 
    • evitar conversaciones con desconocidos. 
  • las soluciones técnicas para una mayor protección de la infancia deben estar enfocadas al cuidado de la persona, con independencia del dispositivo de conexión. Estas soluciones ya son capaces de asegurar el bloqueo de determinados contenidos nocivos, tanto para aplicaciones como para páginas web. En todo caso, es necesario seguir avanzando y perfeccionando aspectos tales como los sistemas de verificación de la edad y el etiquetado de contenidos
  • la aplicación de medidas de control debe estar siempre adaptada a la edad y/o madurez de los niños, respetando sus derechos, y nunca deben sustituir a un acompañamiento y diálogo por parte de las familias
  • los colegios deben enseñar a los alumnos comportamientos seguros en los ecosistemas digitales
  • formación específica para los padres y los profesores
  • profundizar en la labor de concienciación de los jóvenes, tanto en la familia como en el centro educativo
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