Charlotte Daughtrey, especialista en inversión de renta variable de Federated Hermes Limited,
señala que, en comparación con anteriores Supermartes, los resultados de este año han deparado pocas sorpresas y han dejado las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024 "como una reedición de las de 2020". "Aunque es demasiado pronto para predecir el resultado en noviembre, esta debería ser una campaña electoral relativamente sin riesgos, ya que ambos candidatos han ocupado anteriormente el cargo de líder del mundo libre. Ambos candidatos querrán una economía fuerte, lo que también suele ser bueno para los mercados", apunta.
La economía estadounidense ha seguido mostrando su resistencia, el índice S&P 500 continúa alcanzando nuevos máximos y el mercado laboral está funcionando en línea con las expectativas de la Reserva Federal.
En su discurso ante el Congreso, el presidente de la Fed, Jerome Powell señaló que "probablemente sería apropiado comenzar areducir la restricción de la política monetaria en algún momento de este año". Esto "debería tranquilizar al mercado, pero la caída del dólar estadounidense, lo que pone de manifiesto que, incluso con datos económicos sólidos, la volatilidad está siempre presente".
Raphael Olszyna-Marzys, economista internacional en J. Safra Sarasin Sustainable AM, considera que los cierres de gobierno o la amenaza de cierre tienen un impacto limitado en la actividad económica. "Normalmente, lo que se pierde se recupera después. Sin embargo, es síntoma de problemas más amplios dentro de la política y la sociedad estadounidenses en general. Más allá de China, hay pocos puntos en común entre los dos partidos gobernantes, con el partido republicano virando cada vez más hacia el aislacionismo y el partido demócrata consumido por cuestiones sociales que son importantes, pero que no son la principal preocupación de la mayoría de los estadounidenses. Definitivamente no hay intención de trabajar juntos para abordar la situación fiscal, algo que no es bueno", advierte.
Según la Oficina Presupuestaria del Congreso, la deuda pública sigue un camino explosivo, pasando de cerca del 100% del PIB en 2024 al 170% en 2045-2054. En los próximos 25 años, uno de los mayores aumentos del gasto público corresponderá al pago de los tipos de interés, ya que los estadounidenses tendrán que destinar 2,8 puntos adicionales del PIB a financiar la deuda pública. También se prevé que el gasto obligatorio en los principales programas sanitarios aumente casi en la misma proporción y el gasto en seguridad social en 0,8 puntos del PIB. En conjunto, el déficit pasará del 5,6% en 2024 al 8,5% a mediados de siglo.
"Evidentemente, es una situación insostenible. Cabría esperar que en algún momento los partidos gobernantes se unieran para hacer frente a la situación. Sin embargo, este objetivo parece cada vez más difícil de alcanzar. Por desgracia, lo que parece más probable es que en algún momento de los próximos años las fuerzas del mercado obliguen al Congreso a abordar la situación y volver a situar las finanzas públicas en una senda sostenible. Una forma más directa de decir esto es que probablemente necesitemos ver algún tipo de crisis en el mayor mercado de bonos del mundo, y pieza central de los mercados financieros, para hacer entrar en razón a la clase dirigente estadounidense. Sin embargo, calcular el momento en que se producirá es casi imposible", recalcas.
George Brown, economista senior de EEUU en Schroders, destaca que "desde que se hizo con el control de la Cámara de Representantes en 2022, el partido republicano ha intentado imponer una mayor disciplina fiscal a la actual administración". Este enfrentamiento ha estado a punto de provocar un cese del Gobierno hasta en cuatro ocasiones desde el 1 de octubre, pero se ha evitado en repetidas ocasiones mediante paradas legislativas. La más reciente significa que podría producirse un cierre parcial del gobierno a partir del 8 de marzo y convertirse en un cierre total a partir del 22 de marzo.
"No obstante, un cierre del Gobierno no haría mella en la confianza de los inversores estadounidenses. Los ceses del Gobierno no suelen tener un impacto material y duradero en la economía estadounidense, ya que sólo restan entre un 0,1% y un 0,2% al crecimiento del PIB por cada semana que duran. Y la mayor parte se debe a que los trabajadores federales no perciben sus salarios, lo que se recupera en gran medida cuando se les paga retroactivamente una vez finalizado el cierre", explica.
Tampoco hay correlación entre la duración de los cierres y la rentabilidad del S&P 500. El cese más largo ocurrió en 2018 y duró unos 34 días, pero fue acompañado de un repunte del 10% en los precios de las acciones después de que la Fed indicara que dejaría de subir los tipos.
"Sin embargo, hay que tener en cuenta que la política es importante para los mercados y las elecciones de este año influirán significativamente en la asignación de activos de los inversores durante los próximos cuatro años. Aunque la carrera está en una etapa inicial, parece que podría ser una contienda reñida, aumentando la probabilidad de una mayoría estrecha o un congreso dividido. Los gobiernos divididos se ven obligados a llegar a acuerdos, lo que sirve para moderar las ideologías más extremas y ofrece un marco político más estable a los inversores. Desde las elecciones presidenciales de 1948, la renta variable estadounidense ha registrado una rentabilidad media total del 14,3% cuando un presidente ha tenido que lidiar con un congreso dividido, frente a un incremento más modesto del 13,0% con un gobierno unificado. Esta divergencia es aún mayor en función del partido: los presidentes demócratas han obtenido ganancias del 18,8% con un congreso dividido, frente al 12,0% de sus homólogos republicanos", señala.