25 Mar
25Mar

Miguel Ángel Valero

'Club Zero' es una película dura. Muy dura, No tanto por las escenas (aunque hay alguna, con una chica alimentándose de su propio vómito, muy desagradable), sino por su temática, la alimentación consciente, y por el tratamiento que hace de ésta. Pero es mucho más que una película sobre la anorexia o los trastornos en la alimentación.

Miss Novak es una maestra que se une al equipo de una escuela de élite, con un pésimo gusto para el diseño de los uniformes, para dar clases de nutrición, impartiendo lecciones sobre alimentación consciente. Sus enseñanzas se basan en que lo más sano es comer menos. En poco tiempo, sus lecciones calan entre cinco de sus alumnos, con los que forma un estrecho vínculo. 

El resto de profesores del centro tardan en darse cuenta de lo que está sucediendo y para cuando esta información llega a los padres, el Club Zero ya es una realidad y todo dará un giro realmente peligroso. 

Jessica Hausner, la también directora de 'Lourdes' demuestra de nuevo que los sueños fundamentalistas generan monstruos. En Club Zero es la utopía del cuerpo sano frente a un mundo que se desmorona, una fantasía colectiva de pureza frente a los excesos de la sociedad. 

La supuesta profesora de nutrición termina creando una secta que se devora a sí misma, en un vómito nihilista que es el principio y el final de la alegoría, de una parábola que se desintegra de la misma forma que se pudre un alimento. 

El ayuno radical es presentado como la mejor vía para la superación, para llegar a la transcendencia, por parte de Mia Wasikowska, que borda el papel de profesora con una inquietante frialdad. 

'Club Zero', que ha llegado a las salas españolas gracias a A Contracorriente Films, no es solamente un retrato de la anorexia, de que con las cosas de comer no se puede, ni se debe, jugar y muchos menos frivolizar. 

También describe lo que sucede cuando los padres se desentienden de la educación de sus hijos. Y cuando los profesores, y la directora del centro, abdican de sus obligaciones. Hasta el punto de que Mis Novak no es despedida por convertir las clases de nutrición y de alimentación consciente en una auténtica y diabólica empanada mental, sino por llevar a uno de sus alumnos a la ópera. 

En ese sentido, es una película valiente, porque plantea el problema del extremismo (en este caso, alimentario) con imágenes incómodas, que hacen que el espectador salga del cine con mal cuerpo, indignado. Porque denuncia lo que sucede cuando se presenta una realidad determinada a través de una lente distorsionada, cuando nadie controla lo que una profesora hace realmente con sus alumnos. 

También es una inquietante reflexión sobre la complejidad de los ideales, sobre las tensiones de las estructuras de poder. En este entramado de relaciones y confrontaciones, la película teje una serie de duelos de poder, salpicados de humor negro entre Miss Novak y la directora de la escuela, entre la directora y los padres, entre los padres y los hijos, y entre los propios estudiantes divididos por la radicalidad de la propuesta de la promotora del club Zero.

Acierta Jessica Hausner al optar por una estética fría y distante, que muestra el aislamiento y la alienación progresivos de los estudiantes, incluso el inicialmente más escéptico, seducidos por Miss Novak con una narrativa contemplativa, que deja tiempo al espectador para digerir lo que está sucediendo en la pantalla. 

'Club Zero' es tambien una crítica a la hipocresía de la sociedad, que solamente actúa cuando sus estructuras de poder, la autoridad de unos padres confusos, se ponen en peligro, cuando se dan cuenta de que ideas radicales funcionan, que atraen a sus hijos hasta convertirlos en monstruos.

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