Miguel Ángel Valero
"Que la Iglesia haya sobrevivido a este tipo de personajes habla de su carácter sobrenatural. Con tan torpes directivos no lo hubiera logrado una organización meramente humana". Es la conclusión a la que llega Javier Fernández Aguado, exdirectivo y empresario, socio director de MindValue, firma de servicios profesionales para la alta dirección, director de investigación de EUCIM, y autor de 70 libros, en Management Pontificio (LID Editorial).
La obra, que repasa la gestión de 266 Papas (deja fuera al actual, Jorge Bergoglio, el Papa Francisco) y 42 antipapas, recuerda lo que le dijo Ludwig von Pastor, investigador del Papado desde la Edad Media, a León XIII: "ninguna organización hubiera sobrevivido a algunos Papas". Y la respuesta que le dio a Napoleón el cardenal Ercole Consalvi cuando el dictador corso asegura que destruirá la Iglesia: "No creo que lo logre, porque nosotros llevamos 19 siglos intentándolo y no hemos podido".
En la presentación, Josep Capell, CEO de Ceinsa, alude a dos lecciones del Génesis, el primer libro de la Biblia: el alma fue infundida en un cuerpo, por lo que no debe sorprender el peso de las pasiones, y la imposibilidad de decidir de manera autónoma en cuestiones éticas, como ilustra el árbol del bien y del mal.
Rosa Viciedo, rectora de la Universidad San Pablo CEU, considera esta obra continuación de otro trabajo de Jesús Fernández Aguado '2000 años liderando" (Kolima, 2020), destaca que la historia de la Iglesia es "una narración de la intervención de Dios en la vida de los hombres", y subraya sobre los Papas que "algunos han sabido acertar, otros no han sido modélicos, pero de todos es posible aprender". El epílogo es de Juan Carlos Cubeiro, experto en liderazgo.
'Management Pontificio' sirve para aprender que la humildad es "imprescindible para ayudar y no dañar", para "reconocer y rechazar los errores"; que "quien ansía vehemente el poder es mejor que no lo alcance", porque "el afán desmedido de poder daña al afectado pero también a los subordinados", "la tendencia a mandar es obsesiva en muchas personas", "sobrepasar los límites del propio poder conduce a conflictos", y "es muy difícil encontrar personas no obsesionadas con el poder".
"Recordad siempre y en todas las ocasiones que no sois más que hombre", escribe Bernardo de Claraval a Bernando Paganelli al transformarse en Eugenio III (1145-1153), el primer Papa cisterciense. Lo dice quien en 'De consideratione' avisa que "los cargos son cargas".
"Los honores mundanos duran menos que el rocío de la mañana", escribe Guido Le Gros Foulquois a su sobrino Pietro al día siguiente de ser elegido Papa Clemente IV el 22 de febrero de 1265. Por cierto, tras su muerte se registra el cónclave más largo de la historia: dos años y nueve meses,e ntre 1268 y 1271
Aunque "juzgar decisiones ajenas es muy delicado", porque el Papa, como cualquier gestor, debe "priorizar entre múltiples frentes abiertos", y hacerlo sin perder la esencia, la visión estratégica (acercar la humanidad a Dios), sabiendo que cada época emplea unas palancas que no siempre son trasladables a otros tiempos y circunstancias, que decisiones estratégicas en unas son impensables en otras. Pero también que "las necesidades del ser humano no cambian con el paso de los siglos" y que "debe sembrar sin estar seguro de ver los frutos".
El repaso a los Papas revela que en tiempos difíciles se precisan voluntades fuertes; que, frente al frecuente nepotismo, debe escogerse a los mejores, no a la familia, porque "un asesor valioso y desinteresado es un gran tesoro" y porque "postergar a los mejores se acaba pagando"; que la carencia de sobriedad personal desmerece, porque "se gobierna con el ejemplo", "solo se adquiere credibilidad mediante el ejemplo"; y que quien se pliega a las presiones por fragilidad no será tomado en serio.
También, que "cuando desaparece la autoridad legítima, las opciones son peores". "Decidir implica arriesgar. No tomar decisiones, también", "nadie gobierna a gusto de todos, pero es insoslayable tomar decisiones". añade el autor, que subraya que "gobernar es buscar equilibrios", pero "la recta voluntad no asegura buenas decisiones".
"La soberbia, más que un pecado, es una estupidez", porque "el orgullo ciega y desvirtúa buenos objetivos", "la ambición nubla mentes", y "si se soslaya la ética, cualquier barbaridad puede ser justificada"
La historia de los Papas muestra que "aceptables segundos son, a veces, penosos primeros", que "un buen segundo no es siempre un buen CEO". Y que "solo se transforman eficazmente organizaciones mejorando en paralelo personas y estructuras", porque "los peores enemigos son los internos", como demuestran los numerosos casos de 'fuego amigo' dentro de la Iglesia.
"La generosidad siempre tiene premio", insiste Javier Fernández Aguado, que tiene muy claro que "lo malo no es no alcanzar los objetivos, sino carecer de cimas a las que aspirar". Y que "delegar no es encargar, sino depositar confianza para que otros decidan con libertad". Finalmente, que "rectificar exige en ocasiones una inmensa valentía".