Miguel Ángel Valero
Bajo el cielo de Madrid, de Juan Carlos Ahijón (Egales Editorial, 422 páginas), es un libro sobre personas que se autodescriben como "maricas con terraza en la ciudad más cara del mundo". Madrid, obviamente, que según el autor del prólogo, Marc Calderó, es un "personaje imprescindible" en una historia en la que el lector siempre "será cómplice".
Es una obra sobre el divorcio, que "siempre es como un terremoto", porque "divorciarse es como tener un accidente grave de tráfico cada día durante varios meses" y porque "pasamos de ser uno a ser enemigos, A hacernos la vida imposible. A ser una pesadilla para el otro".
Pero es también un libro sobre "el tío más guapo que había visto en mi vida", sobre que "eras la primera persona a la que miraba de aquella forma en toda mi vida".
En 'Bajo el cielo de Madrid' se descubre que "estar en el mercado era tan agradable como lo recordaba"; que "nadie tiene la responsabilidad absoluta de todo en un acontecimiento"; pero que hay que encontrar "un nuevo lugar en el mundo", porque "estaba corriendo hacia delante sin saber dónde iba. Sólo sabía que tenía que seguir corriendo".
Se demuestra que "la belleza con verdad es un milagro", que "la vida está claro que es mucho más que los propósitos que nos hacemos para no cumplirlos", y que hay que sortear "tanta bomba de racimo emocional".
Es una novela sobre la madre, "una mujer sin edad que tenía la inteligencia y la sabiduría de alguien eterno".
Sobre la vida, que "fue escribiendo un papel para ellos muy distinto del que se imaginaron cuando se conocieron". "Así son las cosas, hechas para cuando deben ser. No para cuando tú quieres que sean", apunta el autor.
"El cerebro humano tiene un sistema, precioso en su complejidad, para descifrar, procesar e interiorizar esas cosas que son imposibles. Solo así consigue que sigas en el aquí, con lo imposible junto a lo real, sin desaparecer del todo", argumenta.
Así que "solo te quedan dos caminos: entender a la gente tal y como se muestra o enfrentarte a ellos para no volver a cruzar una palabra jamás",
Sobre los libros: "pasa a veces que son ellos los que te están buscando. Los que te están esperando. Es una sensación que no siempre ocurre, pero cuando pasa lo sientes".
Sobre la felicidad, ese "cosquilleo tenue, apenas perceptible, que genera sensaciones sutiles", "esa sensación única y de valor incalculable que es sentir que estás donde debes estar". Pero se vacila ante la duda: "ser feliz y no darte cuenta o darte cuenta y no ser feliz"
Sobre el amor, "una cosa muy rara y, a menudo, una faena que a mí suele pillarme desprevenido", y en el que "tenemos todas las opciones abiertas y no sabemos cerrar un solo trato". Porque "la idea de una relación que tú tienes en tu cabeza pertenece solo a ese territorio: al de tus ideas en tu cabeza".
Juan Carlos Ahijón escribe sobre "hacer todas las cosas que te gusta hacer y que se te había olvidado que te gusta hacer. Ir a los sitios que has dejado de considerar porque ya solo vas a los mismos que vas siempre. Volver a mirar Madrid de una manera distinta, a través de los ojos del que eras cuando no eras el que eres ahora".
Pero también sobre la muerte: "guía tus pasos y moldea decisiones, pero, cuando llega tu hora, te sorprende igualmente. Como si fuese algo que va con los demás, no contigo.