"Yo, como el personaje de Beckett, soy la Innombrable, y esta es mi historia. Siento una necesidad inexplicable de hablar, de seguir hablando aunque crea que no puedo más, de gritar para que alguien me escuche y diga «No» por mí a la mentira a la que yo, inocente, inconsciente, inexperta, no me supe negar. Por mí, que ahora estoy tan sola, sin saber ya si existí ni si existo o no; tan inmóvil y derrotada, tan rodeada de desesperanza".
Así empieza 'La innombrable', la nueva novela de Lorenzo Silva y Noemí Truijillo, editada por Destino. En los calores del verano madrileño, la inspectora de homicidios Manuela Mauri no pasa por su mejor momento. Ha vivido en poco tiempo varias experiencias que le han hecho comprender que hay sentimientos y vivencias que no se pueden verbalizar y cosas que es imposible nombrar.
Lo percibe cuando sus hijos, Manuel y David, le hablan de la repentina muerte de su padre (su exmarido) y ella no encuentra el modo de consolarlos.
Lo intuye cuando ve a los padres de Susana, una joven de dieciséis años que ejercía la prostitución y que murió de una sobredosis, exigiendo justicia para su hija en el juicio de la Operación Lesly, y la inspectora está segura de que, sea cual sea la sentencia, nada reparará semejante pérdida.
Lo deduce cuando afronta la mirada de Belén, que acaba de perder a su hermana Rebeca a causa de las puñaladas que le ha asestado quien fue su pareja.
Lo asimila cuando su propio compañero, Alberto, le hace la proposición más importante de su relación y ella no sabe qué contestar.
Es una novela combativa que, por un lado, explora los vínculos de la prostitución con la violencia machista y, por el otro, pone el foco en la parte más personal e íntima de una inspectora que deberá cuidar más y mejor a su pequeña familia si no quiere arriesgarse a perderla.
Toda la serie de novelas negras protagonizadas por Manuela Mauri tiene un origen común: las tres parten de un crimen real. Pero van mucho más allá de la investigación de un homicidio, en tanto que ponen la mirada en asuntos candentes de nuestra sociedad a los que no podemos dar la espalda, como la prostitución, las drogas o la violencia machista. Y plantea una pregunta: ¿Por qué somos tan tolerantes, como sociedad, con la prostitución?