04 Sep
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Una fotografía en la que aparece Ernest Hemingway en una comarca de Lleida, encontrada como marcapáginas al morir su suegro, lleva al narrador de esta historia a investigar qué vínculo podía haber entre el escritor y la familia de su mujer. Tirando del hilo, descubre la trágica historia del padre de su suegro y logra reconstruir los hechos que se esconden detrás de su muerte.

Con este punto de partida, Màrius Carol recupera en El niño del ajedrez (Destino) la historia real del padre de su suegro, quien, como tantos otros militantes republicanos, se vio inmerso en unos trágicos acontecimientos al final de la guerra civil. Una historia que ahora presenta en forma de novela y que sirve al autor para reivindicar, a su vez, la memoria de todas aquellas personas a las que los vencedores de la guerra quisieron borrar de los libros de historia para no tener que reconocer su ignominia.

'El niño del ajedrez' combina una emocionante evocación familiar con las historias de aquellos corresponsales que se jugaron la piel durante la guerra civil. En la fotografía encontrada por el narrador posan junto al padre de su suegro Ernest Hemingway, el fotógrafo Robert Capa y los periodistas anglosajones Vicent Sheean y Herbert Matthews

En otoño de 1938, en los salones del Hotel Majestic, donde se alojaban muchos corresponsales de guerra, resonaban rumores sobre una posible retirada de las tropas del Ebro, lo que los llevó a aventurarse hacia el frente en busca de la noticia. Partiendo de estos hechos, Màrius Carol reconstruye el periplo de dos periodistas célebres camino del frente del Ebro e imagina un posible encuentro de estos con el padre de su suegro.

Antoni Lloret fue el sastre de Sant Sadurní d’Anoia y concejal desde las elecciones municipales que dieron la victoria a las candidaturas republicanas en abril de 1931. Lloret, que perteneció circunstancialmente al Comité de Milicias Antifascistas, fue acusado de estar detrás de algunas muertes, rumores infundados que años más tarde acabarían influyendo de una manera casi inevitable en su trágico final. Al terminar la guerra, poco antes de que las tropas nacionales entraran en el municipio, los dirigentes de Esquerra Republicana le recomendaron que huyera a Francia. Sin embargo, ante la imposibilidad de traspasar la frontera, temeroso de la barbarie fascista, decidió esconderse para salvar su vida.

Lloret permaneció diez años escondido, primero en un recinto camuflado en su casa y después en el pajar de una masía del Torrent Fondo, en Sant Llorenç d’Hortons, y esporádicamente también en Barcelona. Sus hijos creyeron que había muerto y solo su madre y su mujer Ramona conocían su paradero. Pese a todo, Antoni encontró una particular manera de mantener el contacto con su hijo sin ponerse en peligro. Este último, el suegro del narrador, mantuvo una relación con su padre sin saberlo mediante misivas en las que este le hacía llegar jugadas de ajedrez que el hijo debía resolver. El niño creyó en todo momento que su maestro de ajedrez era un amigo de la familia, hasta que un día, una década más tarde, reapareció en el pueblo el verdadero jugador: su padre.

En 1949, Antoni Lloret, viendo que no había ningún proceso abierto contra él, se presentó repentinamente en su pueblo junto con su abogado para regularizar su situación. Pero las cosas no fueron como habián previsto y lo que iba a ser un día de alegría se convirtió en una pesadilla. La traición del alcalde y de sus vecinos, influenciados por un grupo de falangistas, lo acabarían condenando a un trágico final. Antoni Lloret fue enviado al Juzgado Militar de Guardia de la Capitanía General de Barcelona, donde murió en extrañas circunstancias. Si bien la hipótesis más extendida sobre su muerte era el suicidio, gracias al trabajo de historiadores como Carles Querol, Màrius Carol revela el relato de ciertos testimonios que desmienten este final y logra esclarecer las circunstancias reales de la muerte de Lloret.

Crítica: La guerra mundial de los romanos, de Giusto Traina

Crítica publica La guerra mundial de los romanos, de Giusto Traina. El fin de la República fue, desde el punto de vista de las fuentes romanas, un largo siglo marcado por guerras civiles: Mario contra Sila, César contra Pompeyo y Octaviano contra Marco Antonio. Guerras que podrían parecer solo ajustes de cuentas entre facciones romanas, interrumpidas por campañas contra bárbaros o rebeldes, pero, en realidad, fueron algo mucho más complejo. Desde Hispania hasta Mesopotamia, la perspectiva se volvió global. Porque ante esta expansión, bereberes, hispanos, galos, griegos, tracios y armenios ocuparon la primera fila de estos espectáculos trágicos de las guerras civiles romanas de las que dependía su destino, por lo que fueron más que peones en el tablero del Imperio romano. Junto a Octaviano o Antonio, hubo otros extranjeros menos conocidos que Cleopatra implicados en el Gran Juego entre Roma, los partos y los demás pueblos vecinos: el moro Bogud, el cilicio Tarcondimoto y el armenio Atravasdes, que influyeron en la política interna republicana.

Giusto Traina es un historiador italiano, profesor de historia romana en la Universidad de París Sorbona-París IV, miembro de alto rango del Instituto Universitario de Francia.

Novedades de septiembre de Minotauro

Por su parte, Minotauro ofrece Ship Breaker, obra de Paolo Bacigalupi, ganador del Hugo y del Nébula en 2009, que se sitúa en un futuro distópico, donde Nailer y su equipo sobreviven desguazando barcos en la costa del Golfo de México. Un día, descubre un velero encallado con una prisionera. Si la mata, será rico; si la ayuda a regresar con los suyos... empezará su aventura.

También, Bahamut, una novela de ciencia ficción ambientada en un futuro donde la humanidad está esparcida por el sistema solar. Con un enfoque en una "guerra fría cósmica" y una inteligencia omnipresente, la trama explora la soledad universal. Francisco Ortega, autor chileno, tardó siete años en completar la novela.

La editora y escritora argentina Melisa Corbetto publica por primera vez en España con La quietud, una serie de relatos fantásticos de una melancolía espeluznante, que nos sumerge en una marea de pétalos mientras la vida se desgarra en el corazón de una escritora que se debate entre el talento innato y los abismos de la locura.

Cúpula: cómo encontrar la felicidad en el trabajo

¿Te has preguntado alguna vez por qué los daneses son tan felices, incluso en el trabajo? Meik Wiking, director del Instituto de la Felicidad de Copenhague y autor del bestseller Hygge, la felicidad en las pequeñas cosas, regresa con una guía fresca y moderna para encontrar la felicidad en nuestro entorno laboral. En Hygge Work (Libros Cúpula), ofrece un viaje a través de los principios clave que hacen del ambiente laboral danés uno de los más satisfactorios del mundo. Desde la alegría de trabajar y el sentido del propósito hasta la importancia de la flexibilidad y la conexión.

Un análisis profundo y accesible sobre la redefinición del éxito, el mito de la conciliación entre trabajo y vida personal, y el futuro del bienestar laboral, que todos los trabajadores y los departamentos de Recursos Humanos deberían leer.

Este libro analiza qué nos hace felices en nuestro empleo, y qué factores tienen un impacto positivo en nuestra felicidad. Además, se fija en ejemplos concretos y expone políticas laborales y experimentos que han aumentado nuestro bienestar en el trabajo. 

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