30 Mar
30Mar

Miguel Ángel Valero

Dan ganas de gritar 'itadakimasu', un término que se utiliza en Japón siempre antes de comer por todos los comensales, y que quiere agradecer por lo que se recibe, tras leer "La salamandra desnuda', de Yves de Villegas (NdeNovela, grupo Planeta). 

Porque la primera novela para adultos de este profesor universitario (ha publicado ya dos libros para niños) es toda una delicia. El autor (Santander, 1972) es ingeniero de caminos (su tesis doctoral versó sobre el papel del ferrocarril en el cómic europeo de ciencia ficción). Con experiencia en la producción cinematográfica, trabajó en Asia como responsable de exportación de la patronal de la industria española, por lo que sabe de lo que escribe.

La novela trata de las peripecias de una mujer, "me llamo Alice Clowes, tengo 30 años, y mi vida termina aquí", que en Japón descubre que está embarazada cuando se encuentra en plena crisis sentimental, personal y financiera. Alice, que siempre aplica la misma receta para solucionar sus problemas, huir del conflicto (pasa tres años em Granada, uno en París, y tres en Kioto, Japón) decide volver a su Escocia natal. Pese a que sabe perfectamente que "huir no es la solución, porque por mucho que escapes nunca te alejarás del compañero de viaje que te sigue a todas partes". 

Pero en el sento (baño público separado por sexos, pero que también funciona como ágora y como punto de encuentro) del hotel cápsula donde quiere pasar sus últimas horas en Japón conoce a una mujer que huye de la Yakuza.

El lector va descubriendo la moral tradicional japonesa, el peso de las convenciones sociales, que "Japón es el planeta Marte para los extranjeros" (página 63).  "Los japoneses son obsesos de los reglamentos, de seguir los procedimientos del manual sin jamás salirse de ellos. La improvisación aquí es un crimen", se cuenta en la página 20. "Las relaciones son una larga obra de teatro ensayada desde la infancia", en la 22. "En Japón decir que no es ofensivo" (página 23). "Los japoneses responden de lado si la cuestión es delicada" (página 39). 

La novela muestra una cultura subterránea, "una maraña de hilos, invisible para el que no ha nacido aquí" (página 59). Y el lector se pregunta "cómo en uno de los países más ricos del mundo, puede vivir la gente en esta semiesclavitud autoimpuesta, aceptada como natural", y cómo es posible que "una mujer en Japón admira al hombre que se mata a trabajar por la familia, aunque no lo vean nunca".

Además de conocer la percepción que tienen sus ciudadanos del mundo LGTBI, "el problema no es tanto que no te gusten los hombres, la dualidad hombre-mujer no está tan definida como en Occidente, el problema es que no te quieras casar con uno de ellos", también se accede a un Japón inusual, el que no enseñan las guías de viaje, tan fascinante como peligroso.

El país de los matrimonios concertados, el de los love hotel, "pequeñas obras de arte del vicio". Una nación considerada como de las más seguras del mundo (especialmente para los extranjeros) pero que tiene la brutalidad de la Yakuza, nada que envidiar a las diversas Mafias italianas, o a los narcos mexicanos.

Los japoneses "posee una capacidad y sofisticación en el vicio que supera en sus rarezas las perversiones de los europeos más depravados" (página 108). En Japón proliferan los 'sopurando', unos prostíbulos en los que el hombre es bañado o puede bañar a la prostituta. En japonés cuando uno se corre dice "me voy", lo mismo que en castellano, pero en inglés es "me vengo". "Los occidentales evitáis los goces del cuerpo por un mal entendido sacrificio a vuestras castrantes divinidades", denuncia un japonés. 

Y a unas mujeres que deben tomar decisiones difíciles para superar sus miedos y dirigir sus destinos. "El fugaz sentimiento que se posa sobre mi hombro como una mariposa que premia mi soledad con un atisbo de trascendencia", cuenta la protagonista, que habla también de "ese oído capaz de reconocer la melodía del amor cuando se presenta". Mujeres que se preguntan "¿cómo ser puede enamorar alguien de un hombre que no cuenta sus intimidades, sus secretos, sus pasiones, sus miedos?".

El autor muestra todo esto combinando la novela policiaca con la narrativa erótica y un estilo cinematográfico. En "La salamandra desnuda" se descubre que "lo verdaderamente espantoso es el veneno de la mentira y la ocultación", que "cuando no sabes hacia dónde va tu vida, llega un momento en el que te dices que, si no ves un faro a lo lejos hacia el que navegar, debes cambiar de rumbo e intentar encontrarlo", que "cuando alguien siente un dolor lo único que desea es dejar de sentirlo". 

Y que "en los años que llevo en Japón jamás ha comido nada que me haya sabido mal".


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