En el marco de la Semana del Emprendimiento en la Ciencia, la sede de la Fundación Botín en Madrid ha acogido la primera jornada del VIII Congreso de Científicos Emprendedores, a la que han acudido más de 200 asistentes y que ha promovido cerca de 65 encuentros bilaterales entre jóvenes empresas innovadoras e inversores especializados.
Organizado por la Fundación Damián Rodríguez Olivares (Fundación DRO) y la Fundación Botín con el apoyo de la Fundación para el Conocimiento madri+d y Hoffmann Eitle, el objetivo de estas jornadas es fomentar el emprendimiento científico. Pero también dar soporte y conocimiento a todos los profesionales que ya han creado su empresa en este ámbito y que necesitan conocer nuevas vías de desarrollo y crecimiento.
Para ello, han aportado su experiencia CEO y fundadores de compañías científicas, inversores especializados, técnicos y consultores de apoyo, y representantes de las administraciones públicas, entre otros.
Los primeros debates abordaron muchos de los principales retos a los que se enfrenta el emprendedor científico, como la consecución de financiación. Según los inversores presentes, las características que más valoradas al elegir y apoyar proyectos se encuentran los equipos de trabajo que conforman la empresa, el potencial que puede tener su producto o servicio en el mercado, su impacto socioeconómico y su protección, bien a través de patente, bien por secreto industrial.
En este sentido, otra de las conversaciones del encuentro estuvo centrada en la protección de la innovación, muy necesaria para garantizar a los inversores la exclusividad de un producto o de un conocimiento, y que va más allá de formalizar una patente. Herramientas como el secreto industrial o el registro ante notario del know how de un equipo de trabajo son habituales en este ámbito, y pueden complementarse con la publicación científica.
“Publicar es importantísimo en proyectos relacionados con ciencias de la vida. Te abren puertas a la hora de ir a congresos, presentarte a inversores, etc., y te ayudan a reforzar tu negocio a través de la colaboración. Eso sí, hay que hacerlo respetando las normas y los tiempos: primero se protege y luego se publica”, asegura Pedro Fernández, director de operaciones de Arthex Biotech.
Marisol Quintero, CEO de Highlight Therapeutics -compañía especializada en la investigación de terapias para oncología dermatológica-, recuerda su experiencia laboral, que va desde la investigación en organismos públicos hasta la participación en compañías de capital riesgo, porque ha tenido la oportunidad de conocer de primera mano todas las situaciones que puede encontrarse el emprendedor científico: “Es normal que un proyecto no salga a la primera, no se debe sentir frustración personal por ello, eso nos va a ayudar a mejorar, a superarnos. Por ejemplo, conformando un buen equipo, porque uno solo no puede hacerlo todo. Además, incorporar ese enfoque corporativo nos hace ver -y hace ver a los demás- lo atractivo de nuestro producto en el mercado”.
Además, destacó la necesidad de contar con conocimiento externo a nivel legal, administrativo, de gestión, etc. para completar los procesos burocráticos que conlleva el desarrollo de una empresa científica.
“Del total de los casos que nos llegan, el 80% piden apoyo para saber cómo registrar una patente, con temas administrativos, de normativa. También hay un buen porcentaje que busca soporte para saber cómo introducirse en el mercado, contrastar sus procesos con los de la competencia, etc.”, confirma Eduardo Díaz, director del área de Emprendedores de la Fundación para el Conocimiento madri+d.
Otros debates se centraron en la transferencia de conocimiento a nivel internacional o la creación de empresas partiendo de una idea con impacto social o medioambiental, a través de cuatro ejemplos: Captoplastic, empresa dedicada a frenar la emisión de microplásticos a los océanos; OwnMed Innovation, que está desarrollando un nuevo sistema de recogida para pacientes ostomizados; MOA Biotech, que plantea sistemas para el aprovechamiento de desechos agroalimentarios; y Atrineo AG, que busca reducir la basura espacial.
Por otra parte, hubo un debate sobre los posibles usos de la inteligencia artificial (IA), y sobre las oportunidades de negocio que las nuevas normativas europeas podrían restringir, limitando el potencial desarrollo de esta tecnología en el continente.
“La regulación que se está estructurando en nuestro continente ayuda a tener unos límites bien definidos y más predecibles que en países como Estados Unidos, donde son conocidos los juicios con indemnizaciones millonarias que suponen un gran problema para las empresas”, señala Ignasi Belda, director general de la Agencia Española de Supervisión de la IA (AESIA).