10 Nov
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Miguel Ángel Valero

'El clan de las barbies', de Antía Yáñez (Contraluz, 244 páginas) es una novela dura, extraña. No solo por el argumento: en un mundo donde parece que el dinero puede comprarlo todo, tres personas coinciden en la clínica de fertilidad Eva. Alma, Carla, An, no se conocen, pero allí comenzará una amistad surgida de la desesperación y de la rabia.

En la sala de espera descubren que nada es culpa suya, que todo sacrificio tiene un límite, que para hacer frente a la precariedad, la discriminación y la explotación no hay nada mejor que la venganza. Porque "la violencia nunca es la solución. Hasta que lo es".

Es una novela de la ingeniera nacida en Burela en 1991, curtida en la literatura infantil y juvenil ('Plan de rescate'), pero que ya lleva tres novelas para adultos: 'Senlleiras', 'No pienses en un elefante rosa', y 'El clan de las barbies'.

En la obra se descubre que "el amor es un sentimiento que te obliga a hacer cosas que de otro modo no harías, como obedecer a un padre, o a un marido".

Que "la maldad habita en todos los rincones: arriba, abajo, derecha, izquierda. Lo que hay que aprender es a lidiar con ella. Escapar de ella. Engañarla. A veces, enfrentarla".

"El consuelo es que el presente siempre se vuelve pasado en algún momento, y ahí es cuando puede olvidar", asegura una de las protagonistas.

"Los conformistas intentan disfrutar de lo que se les ofrece sin cuestionarse que a lo mejor puede haber algo más", plantea otra.

"El destino es una puta mentira para que nos deslomemos a trabajar mientras esperamos a que llegue algo mejor", proclama Alma. "El destino es la excusa que usan las personas que no quieren hacerse responsables de sus actos", replica Robin.

Todo esto lleva a la violencia, que "nunca es la solución hasta que lo es". "La violencia es la herramienta de la desesperación, pero hasta para ejercerla hay roles de género. Para las mujeres, históricamente, la ira y la rabia han sido conceptos limitados porque estropeaban nuestra feminidad. Caminos vedados para las que fuimos educadas en la redención, en el sacrificio y en el mito del amor romántico que todo lo puede superar", explica la autora en la nota final.

"Sobrevivir no es lo mismo que vivir", asegura la novela.

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