El 29 de octubre del año 1969, Leonard Kleinrock, profesor de informática en UCLA, envió el primer mensaje a través de la red informática Arpanet, que más adelante acabaría convirtiéndose en internet. Ese mensaje iniciaba un cambio de paradigma que transformaría nuestra realidad, enfrentándose a retos como la limitada capacidad de procesamiento, el acceso restringido y la complejidad de uso. Cincuenta y cinco años después, nos encontramos en la cúspide de otra revolución, impulsada por la inteligencia artificial (IA). Si bien los desafíos de acceso y conectividad han disminuido considerablemente, la irrupción de la IA presenta nuevos retos, desde la ética en el desarrollo, la gestión de la desinformación y el impacto en el mercado laboral. Esta nueva era, marcada por la capacidad de las máquinas para crear contenido original, aprender y evolucionar, transforma internet de una red de información a una red de inteligencia, con un potencial disruptivo tan profundo como el de sus inicios, pero con implicaciones aún más vastas y complejas.
La inteligencia artificial (IA) está transformando rápidamente nuestro mundo, impulsando innovaciones en áreas como la medicina, la industria y el entretenimiento. Sin embargo, este auge de la IA viene acompañado de un apetito insaciable por recursos computacionales, presentando un desafío significativo para su desarrollo y despliegue a gran escala. Como señala Zigor Gaubeca, CIO del Grupo Aire, "estamos constantemente innovando en nuestros centros de datos para ser más sostenibles".
El entrenamiento y la ejecución de modelos de IA, especialmente los basados en aprendizaje profundo, requieren un hardware potente y una infraestructura robusta. Esto ha llevado a una demanda exponencial de potencia de cálculo. Los modelos de IA más avanzados, como las redes neuronales profundas con miles de millones de parámetros, necesitan una capacidad de procesamiento enorme ya sea para ser entrenados o para utilizarlos (inferencia). Esta demanda se traduce en la necesidad de hardware especializado, como las Unidades de Procesamiento Gráfico (GPU), que son significativamente más caras que las CPU tradicionales. Además, el entrenamiento de estos modelos consume grandes cantidades de energía, lo que genera preocupaciones sobre el impacto ambiental de la IA.
Zigor Gaubeca, CIO de Grupo Aire, señala que "estamos preparándonos para abordarlos desafíos relacionados con el consumo eléctrico elevado de CPD dedicados a estas tareas, así como la refrigeración necesaria para poder ser sostenibles". También menciona que están "diseñando proyectos que ofrecen infraestructura de cloud privado, basados en un modelo de pago por uso, específicamente orientados al entrenamiento de modelos de inteligencia artificial masivos".
Otro desafío importante es la necesidad de grandes conjuntos de datos. Los modelos de IA aprenden a partir de datos, y cuanto mayor sea la cantidad y calidad de los datos, mejor será su rendimiento. Sin embargo, la recopilación, el etiquetado y el almacenamiento de estos conjuntos de datos masivos pueden ser costosos y complejos. Además, existen preocupaciones sobre la privacidad y la seguridad de los datos, especialmente en áreas sensibles como la salud y las finanzas.
La escasez de talento especializado también representa un obstáculo para el desarrollo de la IA. Se necesitan ingenieros y científicos de datos altamente cualificados para diseñar, entrenar y desplegar modelos de IA. La demanda de estos profesionales supera con creces la oferta, lo que dificulta a las empresas y organizaciones encontrar el talento necesario para impulsar sus proyectos de IA.
Además, la infraestructura de red actual a menudo no está preparada para las demandas de la IA. La transmisión de grandes conjuntos de datos y la comunicación entre diferentes componentes de un sistema de IA requieren una alta velocidad y baja latencia. Gaubeca destaca que "uno de los objetivos que nos marcamos en nuestra hoja de ruta es la creación de redes de ultra baja latencia en los data centers para poder albergar servicios de IA, ya que este tipo de aplicaciones necesitan una conmutación de datos del orden de nano segundos".
Finalmente, la accesibilidad a los recursos es un factor crucial para la democratización de la IA. El alto coste del hardware y la infraestructura limita el acceso a esta tecnología para las pequeñas empresas, las startups y los investigadores en países en desarrollo. El auge de la IA presenta importantes desafíos en cuanto a la disponibilidad de hardware y recursos. Abordar estos desafíos es crucial para garantizar que la IA pueda seguir impulsando la innovación y beneficiando a la sociedad en su conjunto. La inversión en investigación y desarrollo de hardware y de modelos más eficientes, la creación de conjuntos de datos públicos y accesibles, la formación de profesionales especializados y la mejora de la infraestructura de red son pasos esenciales para desbloquear el verdadero potencial de la IA. Como concluye Gaubeca, "estamos comprometidos con la exploración de cómo la Inteligencia Artificial puede tener un impacto real y significativo en nuestros servicios, y estaremos enfocados en evangelizar sobre casos de uso y detectar oportunidades para el futuro".