08 Oct
08Oct

Juan Francisco Jimeno, asesor de Economía y Estadística del Banco de España, explica en Inteligencia artificial y empleo: cómo explotar sus potenciales beneficios y evitar efectos adversos, publicado en el Blog de la institución, que las nuevas tecnologías basadas en el desarrollo de la robótica y de la inteligencia artificial pueden transformar el mercado laboral. Su despliegue influirá en cuántos y en qué tipos de trabajadores ocuparán un puesto de trabajo en el futuro. Las políticas de empleo deben anticiparse a los efectos de estos cambios para explotar sus beneficios y minimizar sus consecuencias negativas.

"La posibilidad de recapacitación de los trabajadores y diversos factores institucionales son los que determinan las consecuencias sobre el empleo de los cambios tecnológicos", subraya

Son tres los mecanismos por los que la tecnología determina el nivel de empleo, su composición y las condiciones de trabajo (salarios, horas de trabajo, etc.), como ilustra el esquema 1:

  • El aumento de la productividad de algunas ocupaciones o de trabajadores con ciertas habilidades; con ello aumenta su demanda de trabajo.
  • El desplazamiento de determinados trabajadores de sus puestos de trabajo por la automatización de tareas; por lo que la demanda de esos empleos disminuye.
  • La aparición de nuevos trabajos que requieren nuevas habilidades profesionales. Estas nuevas tareas aumentan la demanda de trabajo y el empleo. 

En la actualidad, se está produciendo una nueva revolución tecnológica basada en el desarrollo de la robótica y de la IA. Máquinas y algoritmos están ya realizando de forma autónoma tareas (rutinarias o no, especializadas o no) que antes solo podían hacer personas. Como en revoluciones tecnológicas anteriores, esta perspectiva genera preocupación por la posibilidad de que la destrucción de empleo aumente (mecanismo desplazamiento) y de que la creación de empleo no la compense (mecanismos productividad y aparición de nuevos trabajos).El cambio está ocurriendo en un contexto de buen comportamiento de los mercados laborales. 

No obstante, en el caso español, aunque el empleo avanza a un fuerte ritmo, persisten debilidades estructurales. Por ejemplo, el elevado desempleo, casi el doble de la media europea, que, además, coexiste con escasez de trabajadores en ciertos empleos. A ello se une el envejecimiento de la población, con consecuencias sobre el empleo y la productividad.

"Sabemos que cada vez más tareas productivas van a poder ser realizadas por robots e IA. Pero aún sabemos poco sobre si las nuevas tecnologías van a aumentar la productividad y el empleo o, por el contrario, destruirán empleo.  Hasta la fecha, evidencia como la que recoge el gráfico sugiere que las ocupaciones más expuestas a las nuevas tecnologías han ganado peso en el empleo. Este resultado apuntaría a que los efectos positivos sobre el empleo del aumento de la productividad, fruto de la complementariedad entre tecnología y trabajo humano, y de la creación de nuevos empleos serían mayores que el impacto negativo sobre el empleo resultante de la sustitución de trabajadores por máquinas", explica este experto.

"No obstante, existe mucha incertidumbre. En particular, es pronto para vaticinar el alcance y el impacto de los nuevos modelos de IA generativa, capaces de desarrollar tareas creativas e innovadoras antes exclusivas de los humanos. Por ahora, los efectos de los nuevos desarrollos tecnológicos sobre el empleo no parecen ser muy diferentes a los de anteriores revoluciones, que aumentaron en mayor medida la productividad de las ocupaciones más cualificadas", admite.

Habilidades profesionales con más demanda

La educación es el principal instrumento para adaptar las habilidades de los trabajadores a los requerimientos de las nuevas tecnologías. Trabajar con robots y algoritmos de IA probablemente requerirá una formación más sólida en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (o STEM, por sus siglas en inglés), ya que estos campos proporcionan una comprensión más profunda de cómo funciona la IA.

"Ésta es la opinión más común, pero existe una visión opuesta: que los trabajadores del sector tecnológico estarían echando piedras sobre su propio tejado, al propiciar el avance de una IA que acabaría ocupando sus puestos de trabajo en el futuro. Desde esta perspectiva, las habilidades creativas, empáticas y de dirección serían las más demandadas en el futuro, ya que son menos reemplazables por la tecnología, particularmente por la IA. Entre ellas se encuentran, por ejemplo, las relativas a la comunicación, los servicios al cliente o la atención médica", matiza.

En todo caso, las consecuencias de la robótica y la IA para la formación van más allá de la importancia relativa de los distintos estudios. Al ser una Tecnología de Utilidad General –GPT por sus siglas en inglés–, afecta a todo tipo de ocupaciones y actividades, independientemente de sus contenidos educativos por niveles y por disciplinas. Además, las nuevas tecnologías requieren de competencias más horizontales y versátiles, que difícilmente podrán adquirirse sin otras que solo proporciona el sistema educativo. Por todo ello, los planes de estudio, tanto de formación profesional como de educación universitaria, deberían adaptarse a los requisitos de las nuevas tecnologías. Sería el modo de aprovechar plenamente sus complementariedades con el trabajo humano. Y dada la velocidad de desarrollo de la IA y la incertidumbre que conllevan los cambios, es urgente comenzar a proporcionar a los gestores educativos los instrumentos y la flexibilidad necesaria para una adaptación rápida. Los avances hasta la fecha se antojan escasos.

El impacto de los cambios tecnológicos sobre el empleo y la productividad será tanto más positivo cuanto mayor sea la capacidad de adaptación de los trabajadores a las nuevas demandas del mercado laboral, que también implica más movilidad.

Las políticas del mercado de trabajo, además del sistema educativo, juegan un papel decisivo en dicha adaptación:

  • Las políticas activas, orientadas a ayudar a encontrar un empleo, serán necesarias para facilitar el desarrollo de las cualificaciones de los trabajadores en el nuevo contexto tecnológico.
  • Las políticas pasivas, que sustentan a los desempleados ante la pérdida de empleo, habrán de proteger a los trabajadores desplazados sin comprometer los incentivos a la reinserción laboral.
  • El marco institucional del mercado de trabajo debe favorecer la reasignación y la movilidad de los trabajadores entre sectores y ocupaciones, sin entorpecer la adopción de las nuevas tecnologías en los procesos productivos.

"Es muy pronto para prever las consecuencias sobre el empleo de la revolución tecnológica en curso, pero podrían ser muy importantes. Por ello, resulta conveniente adelantarse, aun con cautelas, a un escenario de ese tipo. Solo así podemos aspirar a que las nuevas tecnologías impulsen el crecimiento económico sin perjudicar las oportunidades de empleo ni ampliar las desigualdades económicas", concluye este experto.


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