Miguel Ángel Valero
"Mientras seguimos debatiendo sobre el gasto en defensa o el envío de armas a Ucrania, es posible que estemos mirando en la dirección equivocada. La verdadera amenaza no llegará con misiles ni soldados cruzando fronteras. Llegará en forma de sabotaje, ciberataques y apagones. Y puede que ya haya comenzado", avisa el analista Pablo Gil en su newletters The Trader.
Europa ha sido testigo en los últimos meses de una sucesión inquietante de incidentes que han afectado a infraestructuras críticas. Cables submarinos cortados han dejado incomunicadas regiones enteras. Sistemas informáticos hospitalarios han colapsado provocando la cancelación de cientos de operaciones quirúrgicas. Las redes ferroviarias de alta velocidad se han paralizado tras sabotajes, aun sin esclarecer. El aeropuerto de Heathrow, uno de los más importantes del mundo, tuvo que cerrar por el incendio de una subestación eléctrica. En todos estos casos, las sospechas apuntan a una guerra en la sombra, cuidadosamente diseñada para no dejar huella clara y generar confusión, caos y miedo.
"La vieja Europa, tecnológicamente avanzada e interconectada como nunca, se muestra, sin embargo, frágil ante este tipo de ataques. No estamos preparados. Durante años se ha subestimado la necesidad de proteger aquello que sostiene el funcionamiento básico de nuestra sociedad", advierte este experto.
Rusia está jugando esta partida desde hace tiempo. Desde los servicios secretos alemanes hasta los informes del español Centro Nacional de Inteligencia (CN), todos coinciden en que Moscú lleva dos décadas explorando debilidades, recogiendo información y lanzando ataques sutiles pero efectivos.
"Lo preocupante es que esta guerra híbrida no requiere un conflicto abierto. Incluso si se firmara la paz en Ucrania, los ciberataques, los sabotajes y la presión sobre infraestructuras críticas probablemente seguirán. Porque el objetivo es otro: probar la resiliencia del adversario, medir su voluntad política, y dejar claro que, si quieren, pueden hacer mucho daño", recalca este experto.
En un mundo hiperconectado, las guerras ya no necesitan misiles. Bastacon cortar un cable, introducir un 'malware' o provocar un incendio 'fortuito' en el sitio correcto para sembrar el caos. "Europa necesita despertar de esta ingenuidad y tomarse en serio una realidad que ya está aquí. Porque la próxima guerra no será anunciada. Simplemente, empezará, sin avisar, con un fallo en la red eléctrica, un sistema caído o un aeropuerto paralizado. Y entonces, quizás, será demasiado tarde", concluye Pablo Gil.
Estrategias más sutiles y persistentes
Precisamente, el último Security Report Iberia de Check Point avisa que la ciberguerra evoluciona hacia estrategias mas sutiles y persistente, con campañas de desinformación más sofisticadas gracias a la inteligencia artificial. Los ataques rusos contra elecciones en Rumania y Moldova demuestran "cómo la desinformación puede desestabilizar democracias", como ya se intentó en España con la conexión rusa del procés independentista en Cataluña.
El informe del grupo de ciberseguridad habla de 'botón rojo', que implica la capacidad de causar alteraciones masivas en sectores estratégicos como energía, telecomunicaciones o transporte, sin necesidad de un ataque inmediato, sino dejando una puerta trasera ('backdoor') para activarse cuando sea necesario.
También, de la creciente utilización de grupos hacktivistas para ocultar la implicación de los Estados en la guerra cibernética o híbrida: KillNet y NoName057[16] por Rusia; Cyber Avengers y Homeland Justice, por Irán, entre otros.