Valtteri Ahti, Chief Investment Strategist de Evli, considera que "el escenario de terror en Oriente Medio sería una guerra entre EE.UU. e Irán, pero es muy poco probable". "Históricamente, las conmociones geopolíticas no han provocado correcciones significativas o a largo plazo en los mercados", apunta. "La respuesta de Israel al ataque aéreo iraní fue deliberadamente limitada. Israel atacó suelo iraní, pero sólo con una fuerza limitada. Al parecer, la serie de ataques comenzó con un error de cálculo, según informaron fuentes estadounidenses al New York Times. El ataque aéreo israelí contra la embajada en Siria mató a varios altos mandos iraníes", señala. Irán respondió atacando directamente a Israel por primera vez, enviando hasta 300 aviones no tripulados y misiles hacia Israel, de los cuales sólo unos pocos alcanzaron sus objetivos. "Los Estados árabes islámicos suníes de Arabia Saudí y Jordania participaron en la defensa aérea de Israel", destaca. El cisma más importante del Islam es el que existe entre el Islam suní y el chií, que nació hace 1.400 años. Las sectas discrepan sobre el sucesor del profeta Mahoma. Los chiíes creen que el verdadero heredero de Mahoma, que murió sin descendencia, fue su pariente Alí. Los suníes creen que la comunidad árabe musulmana puede elegir a un heredero y que éste no tiene por qué estar emparentado con el profeta. Arabia Saudí se considera el líder del mundo suní, mientras que Irán es el principal Estado chií. Estados Unidos ha logrado crear una alianza de facto entre Israel y los Estados suníes de Arabia Saudí, Jordania y los Emiratos Árabes Unidos. Los Estados suníes mantienen un perfil bajo en su apoyo porque Israel es impopular en todos los países árabes que se solidarizan con Palestina. El ataque sorpresa de Hamás del 7 de octubre, que desencadenó la crisis actual, estaba programado para sabotear el acercamiento saudí-israelí. El miedo a Irán en los Estados suníes parece ser una fuerza más poderosa que el miedo a Israel.
La importancia económica de Oriente Medio ha disminuido con el tiempo
Oriente Medio es una región importante desde el punto de vista económico y de mercado, ya que es un gran exportador de petróleo y gas. Alrededor de un tercio de la producción mundial de petróleo tiene lugar en Oriente Medio y el Norte de África. Qatar es uno de los tres mayores productores de GNL del mundo, junto con Australia y Estados Unidos.
Pero la importancia económica de Oriente Medio ha disminuido a medida que el papel económico del petróleo se ha reducido con el tiempo. Por ejemplo, el consumo de petróleo del consumidor estadounidense ha disminuido casi un tercio desde 1980. En el mismo periodo, el PIB per cápita estadounidense se ha duplicado. La electrificación del transporte refuerza una tendencia ya existente de abandono de los combustibles fósiles.
Otra razón de la decreciente importancia de Oriente Medio es el petróleo de esquisto, que ha creado un renacimiento del crudo en Estados Unidos. La producción de petróleo estadounidense cayó a un mínimo de poco menos de cinco millones de barriles diarios en 2007. Las últimas cifras muestran que la producción se ha más que duplicado hasta alcanzar los 13 millones de barriles diarios, lo que convierte a Estados Unidos en el mayor productor de petróleo del mundo. Los siguientes mayores productores son Rusia y Arabia Saudí, que produjeron alrededor de 10 millones de barriles de petróleo al día. Gracias al petróleo de esquisto, Estados Unidos se ha convertido también en uno de los mayores exportadores mundiales de GNL (gas natural licuado), frente a su anterior posición de importador. Impacto limitado y efímero El impacto de los choques geopolíticos en el mercado ha sido limitado y efímero. El día en que Irán lanzó un ataque aéreo contra Israel, el índice bursátil estadounidense S&P 500 cayó un 1,2%. Por tanto, el mercado no ha reaccionado mucho a la crisis, lo que concuerda con la historia. Según LPL Financial, cuando se han producido conmociones geopolíticas similares, el movimiento medio de un día del índice bursátil S&P 500 ha sido un descenso del 1,1%.
La mayor caída en un día se produjo tras el ataque de Corea del Norte a Corea del Sur el 25 de junio de 1950, cuando el S&P 500 cayó un 5,4%. Otros descensos diarios notables son Pearl Harbor (3,8%), el asesinato de John F. Kennedy (2,8%) y los atentados del WTC (4,9%). La invasión de Ucrania por Rusia provocó un movimiento del 2,1%.
El movimiento de un día no lo dice todo, así que también podemos fijarnos en cuánto cayó el mercado en general, es decir, hasta dónde llegó el mercado. La caída media fue del 4,7%. Por término medio, tardó 19,2 días en bajar y 41,4 días en subir. En otras palabras, las conmociones geopolíticas no suelen provocar correcciones significativas. Las excepciones son Pearl Harbor, tras el cual el mercado cayó un 19,8%, la invasión de Corea del Norte, que provocó una caída del 12,9%, y la invasión iraquí de Kuwait, que provocó una caída del 16,9%.
Por supuesto, están ocurriendo otras cosas al mismo tiempo, por lo que el movimiento del mercado no puede achacarse únicamente a las perturbaciones. Por ejemplo, en el momento de escribir estas líneas, la idea de que la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) no vaya a recortar los tipos es probablemente un factor de mercado más importante que Oriente Medio. Por desgracia, no hay forma de desglosar qué parte del movimiento del mercado se debe a qué.
La peor amenaza es una guerra entre EE.UU. e Irán, pero eso es muy poco probable La crisis geopolítica más comparable a la de Irán es, por supuesto, la guerra entre Estados Unidos e Irak. Alan Blinder, catedrático de economía, afirma en su libro que la guerra de Irak provocó la recesión en EE.UU. y quizá selló la derrota electoral del Presidente en ejercicio George Bush padre.
Los paralelismos históricos con el presente son tentadoramente cinematográficos. ¿Podría la crisis actual desembocar en una guerra entre Estados Unidos e Irán, con Irán cerrando el estrecho de Ormuz? El precio del petróleo se dispararía, llevando a Estados Unidos a la recesión y a Donald Trump a la Casa Blanca.
No. Esta conclusión es muy improbable, porque los puntos de convergencia son cosméticos. La guerra de Irak empezó por un error de cálculo de Saddam Hussein. Decidió invadir Kuwait porque no creía que Estados Unidos defendería Kuwait.
El Presidente Joe Biden no quiere la guerra porque una subida del precio del petróleo sellaría su derrota en las elecciones presidenciales. El umbral para una guerra con Irán es también más alto que con Irak porque Irán puede desarrollar rápidamente armas nucleares. Irán no quiere una guerra con Estados Unidos porque sabe que perdería. |