06 Nov
06Nov

Miguel Ángel Valero

Demoledoras conclusiones del I Estudio sobre la percepción de la salud mental de los adolescentes y el mal uso de la tecnología, elaborado por la aseguradora activista de la salud DKV y Educar es Todo, la mayor comunidad de madres, padres y expertos en crianza respetuosa.

El 30 de los adolescentes prefiere relacionarse con otras personas a través de internet que cara a cara. El mismo porcentaje reconoce que están obsesionados con conectarse cuando no lo están. Y el 70% admite que está con el móvil la mayor parte del tiempo que pasa con los amigos. El 20% nunca esté sin el móvil cuando pasan tiempo con su familia. 

El informe alerta que el mal uso de los dispositivos tecnológicos hace que los adolescentes sean menos empáticos, amables y se muestren menos cooperativos. Los menores que usan de manera incorrecta los dispositivos tecnológicos muestran mayores niveles de hiperactividad, inatención y desobediencia. Y tienen mayor probabilidad de padecer ansiedad y estrés. Además de presentar un mayor índice de depresión.

Como principal indicador, cuanto mayor es la percepción por parte de los adolescentes de uso incorrecto de la tecnología, mayor es el índice auto percibido de los trastornos emocionales: depresión, ansiedad y estrés. Más de la mitad de los adolescentes han usado Internet para sentirse mejor cuando han estado solos, tristes o enfadados. Además, el 89,5% de los docentes y el 55,6% de los padres y madres consideran que los adolescentes tienen dificultades para controlar el tiempo de uso de internet. El 45,1% de los menores afirman tener problemas para desconectarse de la tecnología.

En cuanto a cómo interfieren las tecnologías en los hábitos cotidianos de los adolescentes, el 35% de ellos asegura comer o cenar viendo la televisión, tableta o móvil. Además, 1 de cada 2 afirma tener el móvil en su habitación por las noches. En este sentido, tanto los padres como los propios adolescentes detectan que los que hacen un mal uso de la tecnología duermen menos horas de lo recomendado entre semana.

Fernando Campos, consejero delegado de DKV Seguros ha afirmado que “en DKV, como activistas de la salud, entendemos que el bienestar mental de los jóvenes es uno de los retos más urgentes de nuestra sociedad. Con este nuevo estudio no solo hemos conseguido una visión más profunda sobre el estado de la salud mental de la juventud, sino que también refuerza nuestro compromiso de seguir impulsando iniciativas que fomenten su bienestar y así poder construir un futuro más saludable para las próximas generaciones".

Carmen Llopisdirectora de Educar es todo, ha puesto de manifiesto “el firme compromiso de Educar es todo con la identificación de los factores que afectan negativamente a la salud mental de nuestros adolescentes con el fin de poder erradicarlos. Así como su deseo de seguir sensibilizando sobre este tema, ya que los datos al respecto son cada vez más preocupantes”.

Los doctores Lucía Galán (Lucía, mi pediatra), Silvia Álava y Rafa Guerrero, ambos psicólogos educativos, destacan las señales que nos pueden alertar de que nuestro hijo tiene un problema de adicción a las pantallas:

  • 1. Saliencia. El móvil o dispositivo se convierte en lo más importante en la vida del individuo y domina sus pensamientos, sentimientos y conducta. 
  • 2. Más y más. Cada vez reclaman y necesitan mayor tiempo de uso de los dispositivos. 
  • 3. Modifica el humor. Si saben que van a utilizar la herramienta, están de mejor humor. 
  • 4. Uso compulsivo. Siempre que tienen un rato libre, buscan utilizarlo. Algunos menores llegan a levantarse por la noche cuando sus padres duermen para jugar a determinados juegos. 
  • 5. Anticipación. Durante el día planifican qué hará cuando lo tengan. 
  • 6. Cero autocontrol. No son capaces de cortar la partida o el uso de la herramienta. 
  • 7. Conflictos. Una herramienta es un problema cuando entra en conflicto con otras facetas de la vida. Por ejemplo, horas de sueño, se salta comidas, roba horas de estudio, interfiere en la relación con los padres… 
  • 8. Síndrome de abstinencia. Si se lo quitas, sufre. Y el sufrimiento se convierte en ira, se enfadan o tienen estallidos emocionales cuando no pueden jugar o lo tienen que apagar. 
  • 9. Recaídas. Lo intentan dejar y recaen. 
  • 10. Alivio emocional. Lo usan cuando se sienten mal para sentirse mejor.

Guerrero subraya que “este estudio confirma lo que vemos los psicólogos en la práctica clínica: los adolescentes que tienen una adicción tecnológica se muestran más inatentos, hiperactivos e infelices, además de menos empáticos”.

Cuanto mayor es la percepción de los padres sobre uso incorrecto que hacen sus hijos de la tecnología, mayor es el índice de percepción de problemas de conducta (siendo la significación más alta), más síntomas emocionales (preocupación, somatizaciones, infelicidad, nerviosismo), más problemas con los compañeros (soledad, pocos amigos), más hiperactividad (inquietud, hiperactividad, distracción con facilidad, incapacidad para terminar las tareas…) y menor es el índice prosocial, (desarrollan menos habilidades sociales como compartir, amabilidad, ayudar…)

Cuanto mayor es la percepción de los docentes sobre uso incorrecto que hacen sus alumnos de la tecnología, mayor es la percepción de síntomas emocionales (preocupación, somatizaciones, infelicidad, nerviosismo), hiperactividad (inquietud, hiperactividad, distracción con facilidad, incapacidad para terminar las tareas…) y mayor es el índice de percepción de problemas de conducta.

“Ahora que ya sabemos el efecto nocivo que puede tener el abuso de las pantallas en la salud mental de los menores, muchos padres se plantean cómo pueden detectar si sus hijos tienen un problema de adicción a la tecnología. La variable más importante no es el tiempo, sino el conflicto que genera su uso y no uso, el nivel de interferencia que crea en su vida, por ejemplo, si está de mal humor si no puede usar tecnología, si interfiere en otros aspectos de su vida, como el sueño, los estudios, sus relaciones sociales y familiares, si no es capaz de controlar el tiempo que pasa conectado o si se frustra mucho cuando no se pueden conectar", destaca Silvia Álava.

10 recomendaciones para un uso saludable de las pantallas

  • 1. Antes de los 3 años, 0 pantallas. Eso implica no uso de teléfonos, tabletas o televisión. Tanto el cerebro del niño como los ojos son especialmente sensibles y necesitan madurar fuera de las pantallas. 
  • 2. De 3 a 5 años, como mucho, 30 minutos al día. Para ver algún dibujo, siempre acorde a su edad y acompañado por los padres. Es decir, somos los padres quienes seleccionamos el contenido y estamos con ellos mientras lo ven. 
  • 3. La pantalla no es un canguro ni un aparca niños. Durante la infancia, siempre debemos estar presentes mientras utilizan los dispositivos. 
  • 4. De 6 a 12 años, seguimos presentes. Podemos ampliar el rango de uso, sin embargo, los padres debemos seguir presentes mientras nuestros hijos utilizan las pantallas. El tiempo máximo de uso de los dispositivos electrónicos en esta franja de edad debería ser de una hora al día. 
  • 5. ¿Contrato de uso? Sí, por favor. Antes de darles su propio dispositivo (no es recomendable hacerlo antes de los 14 años), estableceremos un contrato de uso de este y dejaremos claro que el móvil no es suyo, es nuestro y, mientras sean menores, tendremos acceso al mismo.
  • 6. El tiempo online nunca supera al offline. A partir de los 16 años, el tiempo de uso de dispositivos no puede superar al de actividades offline como leer, quedar con amigos, estar con la familia, practicar deporte… Además, las pantallas no deben interferir en la vida cotidiana (estudios, momentos de calidad en familia...). 
  • 7. Con horario, y fuera de la habitación. Fijaremos la hora en la que apagamos los dispositivos electrónicos, así como buscaremos espacios libres de tecnología, entre ellos, las comidas. Además, los dispositivos siempre deben estar fuera de la habitación donde se duerme
  • 8. No utilicemos las pantallas como un chupete emocional. Los niños y adolescentes tienen que aprender a convivir con las emociones desagradables, no permitas que las tapen usando la tecnología. 
  • 9. El mejor dispositivo de control parental somos los padres. Es necesario instalar aplicaciones de control parental, no obstante, eso no exime la responsabilidad de supervisar el contenido que consumen mientras son menores de edad. 
  • 10. Somos su modelo. Nuestros hijos nos copian. Seamos conscientes del uso que hacemos de los dispositivos electrónicos. No les exijamos lo que nosotros no hacemos.


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