Miguel Ángel Valero
'El Puertito de Madrid' (Calle General Martínez Campos, 43, teléfono 91.542.75.26), ampliación del establecimiento que Inaz Fernández abrió en Bilbao en 2013 para que "todo el mundo se pueda permitir comer otras", celebra su primer año de vida. En tan corto espacio de tiempo se ha convertido en un referente en el mundo de la ostra.
Su secreto está en la calidad de las ostras, el ambiente informal y el precio. El Puertito ofrece una gran variedad de ostras: España (Galicia Especial), Francia (la Fine de Claire nº3, o la Costa Oeste nº3 la Gillardeau, considerada la más famosa del mundo, entre otras), Irlanda (la Tia Maraa By Gillardeau nº 3 y La Regal Spéciale no 3 Bannow Bay), Holanda (Holandesa 6/Ø Lux) y Portugal (Quatro Aguas Nº 2). Además cuenta con una completa carta de vinos por copas, y también champagne, y cerveza, cerveza, que también combina muy bien con las ostras. Aparte de poder comer ostras en el local, también dispone de servicio de delivery y take away.
En Madrid, como en Bilbao, El Puertito se ha consolidado como el lugar donde se reúnen los amantes de las ostras, entre una decoración inspirada en las casetas de los ostricultores de Cap Ferret (Francia).
Inaz Fernández tiene el mérito de popularizar el consumo de ostras, quitando ese el barniz de lujo y de producto caro a base de precios de mercado. De los parques de ostras a las vitrinas de los dos establecimientos. "Seleccionamos las mejores ostras por toda Europa. Las traemos de Francia, Holanda, Irlanda, España y Portugal directamente de los ostricultores", explican en El Puertito.
"Las puedes pedir por unidad y mezclar diferentes tipos. Las abrimos en el momento para que las degustes lo más frescas posible", añaden.
El 22 de mayo de 2023 desembarcaba El Puertito en el centro de Madrid. Inaz Fernández cumplía uno de sus sueños. El socio fundador de El Puertito es conocido como ‘el hombre que susurraba a las ostras’. Desde que era pequeño en su casa vivió el misticismo que las rodeaba. Siendo ya mayor, en un viaje a Francia, descubrió que allí las ostras eran algo popular y cotidiano.
Fue en ese momento, hace más de 20 años, cuando pensó que abrir un bar de ostras, para comerlas de forma informal, era una buena idea. Además, se le ocurrió que podía traer ostras de diferentes sitios, para que la gente probara otras variedades. Nadie lo había hecho antes. El proyecto se hizo realidad en Bilbao. Y funcionó. La fórmula de Madrid es la misma que ha triunfado en Bilbao: otras premium y bebidas. Una apuesta arriesgada, porque se encomienda a un solo producto. Pero se ha consolidado en Bilbao y ahora va camino de hacerlo en Madrid.
Enfrente de la casa museo de Sorolla, se ha convertido en ineludible lugar de referencia para los numerosos amantes de las ostras que hay en la capital de España. En sus servilletas de papel se puede leer una frase de Ernst Hemingway: «comiendo las ostras, con su fuerte sabor a mar, dejé atrás la sensación de vacío y empecé a ser feliz".