Miguel Ángel Valero
El hecho de que Soltour patrocine la experiencia de disfrutar de Amanece en Samaná, la película filmada en el espectacular Cayo Levantado Resort, el único hotel en esta ídilica isla de la bahía de Samaná y uno de los destinos más auténticos de República Dominicana, no resta valor alguno a esta comedia dirigida por Rafa Cortés, adaptación de la obra teatral 'Cancún', escrita por Jordi Galcerán.
Dos parejas de amigos, Ale y Santi, Natalia y Mario, celebran con unas vacaciones en Samaná que hace 20 años que están juntos. Se ponen al día, salen de fiesta, reconectan... Ale, con las alas que le dan el ron y la felicidad de estar con sus amigos, decide que ha llegado el momento de confesar que, la noche que se conocieron los cuatro, ella hizo trampas para acabar con Santi, que inicialmente ligó con Natalia, mientras era Mario el que intentaba ligar con ella. Ale da por hecho que, después de veinte años de relación, tomarán su confesión como la pequeña travesura que supuso el primer paso hacia la felicidad de todos. Pero las cosas no salen así, y la noche termina con una gran decepción. Al día siguiente, Ale amanece con una fuerte resaca, algo confundida, sin la menor pista de hasta qué punto va a tener que enfrentarse a las consecuencias de su acción.
Luis Tosar, María Luisa Mayol, Luis Zahaera y Bárbara Santa-Cruz hacen gala de unas interpretaciones que se salen de los registros a los que estamos acostumbrados a ver en estos actores.
Es una película impredecible, que huye de la lógica. Cuentan que fue rodada cronológicamente porque el guion fue fruto de la improvisación de los actores e iba cambiando a medida que se filmaba. El resultado es que el argumento no convence, el espectador es incapaz de empatizar con su protagonista, Alejandra, un gran trabajo de la actriz chilena María Luisa Mayol, y el final no resulta coherente.
Pero no hay que olvidar que 'Amanece en Samaná' es una comedia que solo busca que el espectador pase un buen rato, además de mostrar los encantos del Cayo Levantado Resort. Hay situaciones absurdas, toques surrealistas, que muestran cómo las personas interactúan con el destino.
Porque esta comedia se puede contemplar también como un conflicto existencial sobre la percepción que tenemos del amor y de la amistad con el paso del tiempo. Alejandra acaba de sufrir este choque emocional donde ve cómo su marido pasa a ser su amigo, y su amigo es su marido, algo que comienza como una broma graciosa, con momentos divertidos que se transforman en una situación dramática, con secretos que amenazan la estabilidad de las dos parejas.
El problema es que en algunos momentos da la sensación de que nadie sabe muy bien por dónde debe ir la trama, sacrificando la coherencia a cambio de situaciones cómicas y momentos de vergüenza ajena.
Rafa Cortés hace una exploración de la amistad, las verdades ocultas y las consecuencias inesperadas de las confesiones pasadas, jugando hábilmente con el contraste entre el hermoso paisaje de Samaná y la tensión creciente entre los protagonistas. De esta forma, el escenario no solo es un lugar de vacaciones, sino un espacio en el que los personajes deben enfrentarse a las grietas de sus relaciones.
La fotografía es uno de los puntos fuertes de la película. La cámara captura los paisajes exóticos de Samaná con gran riqueza visual, lo que añade un toque casi paradisiaco a las secuencias iniciales y refuerza la idea de que el viaje debería ser una celebración de amistad. Sin embargo, el trabajo de cámara se va haciendo más íntimo y cerrado a medida que la tensión entre los personajes crece, un cambio que refleja las grietas que se van revelando en la dinámica del grupo.
La película consigue captar la esencia de la amistad a través de una trama que, aunque sencilla, plantea preguntas complejas sobre la honestidad y la lealtad, combinando humor y confrontación emocional a costa de quedarse corto en el desarrollo de la trama.