05 Oct
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Miguel Ángel Valero

'La vida imposible', de Matt Haig (AdN, traducción del inglés de Ana Isabel Sánchez), llama la atención por su argumento: Grace Winters, una profesora de Matemáticas jubilada, hereda una casa situada en Ibiza. Se la deja Christina, una persona de su infancia con la que pasa el día de Navidad de 1979 y luego ya no tuvo relación alguna. Así que la nueva propietaria llega a la isla sin billete de vuelta, sin planes, y con curiosidad por conocer las causas de la decisión de su amiga, muerta en el mar en extrañas y sospechosas circunstancias.

La novela del autor de 'La biblioteca de medianoche' es en realidad la extensa respuesta de Grace a un correo electrónico de uno de sus alumnos, Maurice Augustine. La protagonista, viuda reciente, aún no ha asumido la muerte, tres décadas antes, de su hijo Daniel, con apenas 9 años. De forma que, mientras se sumerge en la historia de Christina, debe también reconciliarse con su pasado.

Así que descubre que "la ilusión es la realidad que todavía no comprendemos". Y que "querer contemplar la vida como si fuera una hoja de examen y desear una pulcritud, un orden, una limpieza y un control estricto son los cimientos de la desesperación mental".

También, que "ser humano es tener miedo de nuestra absurdidad innata, así que somos capaces de hacer cualquier cosa para reducirla", cuando "la vida es caos y confusión y está llena de realidades incómodas, bochornosas".

Pero "es imposible sentir la vida de una manera tan profunda y no querer protegerla". Aunque, al mismo tiempo, "la vida es como el Tetris: si encajas, desapareces".

Grace entiende el sentido de la vida en Ibiza: "estar vivo es ser una vida. Ser vida. Somos vida. La misma vida en constante evolución. Nos necesitamos los unos a los otros. Estamos aquí los unos para los otros. El sentido de la vida es la vida. Toda vida. Tenemos que cuidarnos entre nosotros".

Eso le permite comprender también que "en el mundo no hay ni dicha ni desgracia; solo hay la comparación de un estado con otro. Solo el que ha probado el sumo infortunio está apto para sentir la suma felicidad".

Y que "la música es la dicha que la gente siente cuando está contando sin darse cuenta de que está contando".

Y que la locura es "la soledad de comprender lo que los demás no comprenden".

En definitiva, "vencemos a la muerte viviendo mientras estamos aquí", porque "podemos crear un infinito mayor en la vida. Sintiendo".

La protagonista ofrece al lector una sabia recomendación: "No hay nada como saborear un higo recién cogido del árbol, tierno y caldeado por el sol. Puedes comértelo entero. De cabo a rabo. la piel, la carne púrpura, las semillas. Divino. Cómete el higo entero, ese es mi consejo. Y arráncalo del árbol, justo en ese momento, cuando se te presente la oportunidad".


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