09 Jun
09Jun

Miguel Ángel Valero

Cal Hooper, expolicía de Chicago (EEUU), se muda a un pueblecito del oeste de Irlanda, Ardnakelty,  en busca de paz, dos años después de lo que sucedió en 'El explorador'. Allí cree haberla encontrado con Lena y la adolescente Trey. Pero cuando reaparece el padre ausente de Trey con un pintoresco hombre de Londres y un estrambótico plan de ambos para encontrar oro en los alrededores del pueblo, Cal se prepara para hacer lo que sea necesario para proteger a sus seres queridos, especialmente a Trey. Pero ésta lo que busca es venganza.

'El cazador', de Tana French (AdN, 485 páginas, traducción del inglés por Antonio Lozano) es mucho más que una secuela de 'El explorador', publicada en 2020. Es una confirmación del dominio de la novela policiaca que tiene esta escritora estadounidense residente en Irlanda. Desde 'El silencio del bosque' (2007) French ha escrito otras cinco novelas sobre la Brigada de Homicidios de Dublín, pero también otras obras que elevan el listón de calidad del género, como 'El secreto del olmo' (2018). AdN ha publicado además Intrusión, El silencio del bosque, En piel ajena.

Ahora Tana French explora, desde un brillante estudio de los personajes, lo que se hace por los seres queridos, pero también por venganza, en medio de un pueblo irlandés repleto de secretos e historias ocultas, donde hace un calor inquietante, antinatural, que afecta a las cosechas, al pasto, a las ovejas, pero también a las personas, vulnerables psicológica pero también económicamente.

La novela ahonda en  la venganza, que siempre es moralmente ambigua, compleja, y que además nunca sale como se planea. Profundiza en la 'fiebre del oro', en la ambición, en lo fácil que es seducir a la gente vulnerable con utopías.

'El cazador' es, sobre todo, una historia sobre la relación entre los tres protagonistas (Cal, Trey y Lena). Cal, en 'El explorador', es un recién llegado al pueblo. Dos años después, la relación entre el protagonista y la gente de Ardnakelty ha cambiado radicalmente: es un forastero, sí, pero aceptado, conoce el lugar y sus dinámicas, pero al no ser de allí no se encuentra atado a sus normas.

Hay un asesinato, pero parece que a nadie le importa mucho quién es el asesino. Porque lo que importa es que afecte lo menos posible a los personajes, cuya relación todavía no se basa en cimientos totalmente sólidos. No la verdad, ni hacer justicia, sino que las cosas salgan bien para todos.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.