19 May
19May

Miguel Ángel Valero

Isabel de Plazaola se formó como cantante y tañedora gracias a clases particulares de maestros de la catedral de Toledo. Actuaba en las casas nobles pero también en el convento de Santa Clara de Alcalá de Henares.

Lo curioso es que la historia de esta cantante se conoce gracias a que su madre, Isabel Ortiz, fue acusada de alumbrada y procesada por la Inquisición entre 1564 y 1565 (la hija había nacido en torno a 1542 y 1543). 

La presencia en la casa de cantores que enseñaban a su hija era considerada contraria a la honestidad, según  los testigos del proceso. Gracias a éste se conoce la contratación de mujeres músicas por parte de las nobles para que cantaran y tocaran en sus casas y las acompañaran en sus viajes.

Estas mujeres no figuran en los contratos como músicas, sino como criadas, lo que muestra la invisibilidad de estas profesionales, y no deja de ser una justicia poética que el caso se conozca gracias a un proceso de la Inquisición a "la madre de la cantora".

En 'Ellas renacen', Sara Águeda se transforma en una cantora y tañedora en la España del Renacimiento, demostrando de paso un gran trabajo de documentación y de conocimiento del repertorio. En este sentido, este trabajo puede perfectamente recrear una tarde de música de Isabel de Plazaola para la condesa de Coruña, la marquesa de Távara, o la duquesa de Alburquerque.

Sara Águeda utiliza un arpa de dos órdenes basada en el modelo de Juan López de Toledo (que es algo posterior del siglo XVII) para, entre otras labores, recrear el frustrado viaje a Italia (el duque de Alburquerque vetó la iniciativa de su mujer al entender que Felipe II no aprobaría que el nombrado como gobernador de Milán en 1564 llevara a una doncella a una guerra para cantar y tañer).

También para tocar las piezas que las mujeres de la nobleza escuchaban en esas veladas musicales en sus dependencias privadas.

En 'Ellas renacen' también figuran obras que Isabel de Plazaola tocó para las clarisas de Alcalá de Henares. Entre ellas, 'Conditor Alme', de Gracia Baptista, de la que lo único que se conoce es que era monja y que es la única mujer del Renacimiento español cuya producción musical llegó a la imprenta. También es considerada como la primera europea con música publicada, Y la autora de la más temprana pieza para tecla creada por una mujer que se ha conservado.

En el disco hay dos canciones de autoría anónima que reflejan que en los conventos había mujeres sin vocación religiosa: 'Madre mía non mi far monaca' y 'No quiero ser monja'.

Se encuentran himnos religiosos, villancicos, el madrigal 'Recuerde el alma dormida', de Antonio Mudarra, basado en las 'Coplas a la muerte de su padre', de Jorge Manrique.  Y poemas como 'Susana grosada', basado en la historia bíblica del Libro de Daniel, entre otros.

Se trata, por tanto, de una interesante iniciativa, en la que participan la Comunidad de Madrid y la Real Academia de Historia y Arte de San Quirce, de recuperar la música que cantaban y tañían esas "criadas" en la España renacentista.

Comentarios
* No se publicará la dirección de correo electrónico en el sitio web.