Enero, mes considerado históricamente clave para anticipar el rendimiento anual en Bolsa, ha visto disminuir su relevancia como indicador en los últimos años. Según un análisis de Invesco basado en casi un siglo de datos del índice S&P 500, enero ha sido el mes con mejores rendimientos en solo 14 de los últimos 97 años, lo que equivale al 14% de las ocasiones. Este análisis se basa en datos del S&P 500 desde 1928 y del Russell 2000 desde 1979, proporcionados por Bloomberg al 31 de diciembre de 2024.
El llamado “barómetro de enero”, que hace referencia a la idea de que un rendimiento positivo en enero predice un año alcista en los mercados, tiene cierto respaldo histórico. Desde 1928, cuando el S&P 500 ha subido en enero, el año ha terminado con ganancias en el 82% de los casos. Sin embargo, esta relación no es infalible: tras un enero negativo, los rendimientos anuales fueron positivos el 46% de las veces.
Desde el año 2000, la tendencia de enero a ser el mes con mejores resultados se ha desvanecido. Incluso en el caso de las acciones de pequeña capitalización, representadas por el índice Russell 2000, donde históricamente se observaba un impacto más marcado, la relevancia del efecto enero se ha debilitado.
A pesar de la aparente correlación entre el comportamiento de enero y el rendimiento anual, los expertos recomiendan cautela al basar decisiones de inversión en patrones estacionales. Los rendimientos pasados no garantizan resultados futuros, y las estrategias de inversión deben considerar múltiples factores además de los patrones de mercado estacionales. Según los datos, una estrategia de “compra y mantenimiento” habría generado rendimientos significativamente más altos a largo plazo que intentar sincronizar el mercado basándose en el desempeño de un solo mes.
Con un comienzo de año incierto y volátil en los mercados, los datos subrayan la importancia de mantener una perspectiva a largo plazo. Aunque enero puede ofrecer algunas pistas, los analistas de Invesco destacan que la clave para los inversores radica en centrarse en los fundamentos del mercado y no en patrones históricos de precisión limitada.
Por ejemplo, un inversor que evitara el mercado tras un enero negativo podría perderse repuntes anuales significativos, impactando negativamente en su rentabilidad total a largo plazo.
"Es natural que el comienzo del año genere grandes expectativas, pero los datos muestran que anticipar el rendimiento anual basándose en el desempeño de enero puede ser engañoso", concluyen los analistas de Invesco.