Miguel Ángel Valero
La elevada dependencia comercial de la economía española con respecto a China puede suponer un riesgo si se produjeran interrupciones en los intercambios comerciales o aumentasen las tensiones geopolíticas, advierte el análisis La exposición de las empresas españolas a la importación de insumos críticos de China, elaborado por Irina Balteano (Economía Internacional y Área del Euro), Javier Quintana y Alejandro Fernández-Cerezo (Análisis de la Situación Económica), y publicado por el Banco de España.
El análisis destaca que un 10% de las empresas españolas declaran importar insumos críticos de China. Dentro de las manufacturas, este porcentaje asciende al 20%, similar al observado en Italia (17%) y menor que el de Alemania (34%).
Pero un dato es preocupante: de las empresas manufactureras españolas que importan insumos críticos de China, solo el 22% han tomado medidas para reducir su exposición a ese país, frente a un 30% en Italia y un 40% en Alemania. Entre las compañías manufactureras españolas que han tomado medidas para reducir su dependencia de insumos críticos de China, la mitad ha reemplazado a los suministradores de este país por otros ubicados en la Unión Europea (UE), siendo también la estrategia más usada por las compañías italianas y alemanas.
Este análisis sirve al Banco de España para insistir en el riesgo que supone la elevada dependencia comercial de la economía española con respeto a China, haciendo hincapié en que solo el 22% de las empresas manufactureras que importan suministros "críticos" de ese país ha tomado medidas para reducir su exposición.
Pero también para avisar que las iniciativas para reducir las dependencias externas de la economía, tanto de la española como de la europea, deben evaluarse "de manera rigurosa" porque pueden tener efectos indeseados. Una menor dependencia exterior conlleva un participación más reducida en las cadenas de suministros globales, lo que puede limitar la capacidad de las empresas de gestionar las perturbaciones de demanda y oferta. Y la relocalización puede tener efectos negativos si reduce la competencia en el mercado interno y aumenta el poder de mercado de los productores nacionales.