Miguel Ángel Valero
A principios de junio, el Banco Central Europeo (BCE) recortó el tipo de interés de su facilidad de depósito en un cuarto de punto, hasta el 3,75%, dando muestras de una creciente confianza en que se está ganando la guerra contra la inflación. Una semana más tarde, la Reserva Federal mantuvo su tipo de interés de referencia entre el 5,25% y el 5,5%, preocupada, quizá indebidamente, por la rigidez de las presiones inflacionistas.
Por ahora, esta divergencia monetaria entre los dos principales bancos centrales es leve. La bajada de tipos en la Eurozona fue acompañada de un discurso de línea dura para señalar que este movimiento no es necesariamente el inicio de una tendencia a la baja constante. En Estados Unidos, la cautela de la Reserva Federal se ha visto socavada por la creciente evidencia de que el mercado laboral estadounidense está empezando a enfriarse. Esto es significativo, porque las sólidas cifras de empleo habrían sido un factor clave en la decisión de mantener los tipos sin cambios.
No obstante, el desacoplamiento de la política monetaria estadounidense y europea es real, al menos por ahora. Los economistas prevén dos o tres recortes más de tipos en Europa este año frente a solo uno en Estados Unidos, posiblemente ya en diciembre. Esta bifurcación podría tener importantes implicaciones a corto y largo plazo para la economía y el comercio mundial.
Europa opta por el crecimiento
Europa no se ha librado por completo de la inflación. Las nuevas previsiones apuntan a que el objetivo del 2% del BCE no se alcanzará hasta finales de 2025. La rigidez de los salarios y la inflación interna siguen siendo preocupantes. En un esfuerzo por gestionar las expectativas en torno a los recortes de tipos, los responsables insisten en que habrá baches en el camino. No obstante, el recorte de un cuarto de punto de los tipos de interés demuestra la creciente confianza del banco central en las perspectivas de inflación a largo plazo, junto con el deseo de estimular el lento crecimiento económico de la zona euro. Aunque el impacto real de un recorte de un cuarto de punto es marginal, el significado psicológico es relevante. El BCE está señalando un cambio gradual de orientación a favor del crecimiento económico. Los mercados y las empresas no pasarán por alto la indirecta.
Por el contrario, la Reserva Federal se mantiene a la espera. La resistencia de la economía estadounidense ha hecho que muchos responsables políticos se muestren prudentes, a pesar de la disminución de la presión sobre los precios en las últimas semanas. Es probable que el efecto inmediato de todo esto sea un mayor fortalecimiento del dólar frente al euro. Esto, a su vez, podría conducir a una mejora de la posición competitiva de la eurozona, dando un suave impulso a las desalentadoras perspectivas económicas de la región.
"Las políticas monetarias divergentes harán que el dólar estadounidense sea más atractivo frente al euro, lo que conllevará una mejora de la posición competitiva de la eurozona frente a Estados Unidos", afirma John Lorié, economista jefe de Atradius. "Un dólar estadounidense más fuerte en relación con el euro podría hacer más competitivas las exportaciones de la eurozona, impulsando potencialmente el comercio al tiempo que encarece relativamente las exportaciones estadounidenses en el mercado mundial", argumenta.
A medida que el euro se deprecie, los países podrían encontrar más baratos los bienes denominados en euros, desplazando potencialmente algunos flujos comerciales hacia Europa. Este efecto puede ser mínimo en la actualidad, pero es probable que cobre impulso si la divergencia de la política monetaria se acentúa a lo largo del año.
Divergencia monetaria
Durante gran parte del pasado reciente, el BCE ha tendido a seguir el ejemplo de la Reserva Federal en materia de política monetaria, a menudo con un ligero retraso. Liderar la relajación de los tipos de interés supone una ruptura con las normas históricas recientes. También es una sorpresa. Hace seis meses, la mayoría de los economistas preveían una relajación conjunta de la política monetaria durante 2024. Todavía en marzo, la Reserva Federal hablaba de tres recortes de los tipos de interés este año, en lugar de uno. Pero el optimismo sobre los recortes de tipos se desvaneció ante las persistentes presiones inflacionistas, incluido el crecimiento de los salarios y una economía notablemente resistente.
Con una actividad económica más anémica en la Eurozona, el Banco Central Europeo ha decidido que ya no puede esperar a que actúe la Reserva Federal. En abril se anunció una bajada de tipos, que se produjo en junio. Cualquier nueva relajación se basará en las circunstancias locales y en los datos de inflación, más que en cualquier intento de actuación conjunta.
Esta divergencia implica una mayor independencia de la política monetaria. Esto aumenta la incertidumbre y volatilidad en los mercados financieros, especialmente en los de divisas. Las empresas dedicadas al comercio exterior deben ser conscientes de ello. Por ejemplo, ante una menor competitividad en los mercados mundiales, las empresas estadounidenses podrían tener que reevaluar sus estrategias de financiación y protegerse más que antes contra los riesgos cambiarios.
"También pueden producirse efectos dominó en un entorno comercial más amplio", avisa Lorié. "Un dólar estadounidense más fuerte que el euro, por ejemplo, puede afectar a la competitividad de los bienes y servicios comercializados entre Estados Unidos y Europa. Esto puede influir en las condiciones de los contratos comerciales entre empresas y en las balanzas comerciales bilaterales", insiste.
Como el dólar estadounidense fluctúa más en relación con el euro, las economías emergentes, a menudo vinculadas al dólar estadounidense, también pueden sufrir oscilaciones en los volúmenes de exportación y los ingresos. Las empresas dedicadas al comercio tendrán que ser especialmente ágiles y deberían considerar la posibilidad de reforzar su resistencia financiera para ayudarles a navegar en un entorno de tipos de interés volátiles,
El camino a seguir por el BCE no está claro en absoluto. Si identifica un fortalecimiento de las tendencias inflacionistas podría alinearse rápidamente con el enfoque más cauto de la Reserva Federal. Del mismo modo, si los indicadores de inflación de Estados Unidos siguen mejorando, la Reserva Federal podría sentirse autorizada a adoptar una postura más laxa en la relajación de los tipos de interés. En cualquier caso, el margen de maniobra del BCE es limitado, ya que una fuerte depreciación del euro tendrá un efecto alcista sobre los precios de importación y, por tanto, sobre la inflación en la zona euro. Este impacto potencial de la bajada de tipos limita ésta.
Por tanto, las empresas que se dedican al comercio transfronterizo deben prepararse para la posibilidad de una divergencia de la política monetaria a más largo plazo y la volatilidad del tipo de cambio del dólar que de ello se derivaría.
"Anticipándose y respondiendo a las expectativas cambiantes de los tipos de interés y al impacto resultante en las divisas de Estados Unidos y Europa, las empresas pueden mantener una ventaja competitiva en el mercado global. Una divergencia en la política monetaria del Banco Central Europeo y la Fed crea más incertidumbre. Las empresas deben prepararse para esa posibilidad", concluye el economista jefe de Atradius.