Miguel Ángel Valero
El comercio mundial atraviesa un periodo de transición, marcado por el fin de la "aldea global" y el estancamiento de su aportación al PIB mundial desde finales de la década de 2000. Las convulsiones geopolíticas, desde la invasión rusa de Ucrania hasta Oriente Próximo, están provocando una fragmentación, y el fenómeno "friend-shoring" está reorientando los flujos comerciales en función de las alianzas geopolíticas, destaca un análisis de Coface.
Mientras los países conectores ganan protagonismo y se desarrollan nuevas rutas comerciales, las grandes potencias comerciales, encabezadas por Estados Unidos y China, siguen siendo muy interdependientes. Ante la amenaza de un creciente proteccionismo, la globalización se reorganiza para adaptarse y sobrevivir, generándose una regionalización de los flujos reforzada por las rivalidades geopolíticas.
La globalización ha sufrido varias sacudidas en la última década. Las barreras comerciales introducidas por líderes como Donald Trump han roto el tabú del proteccionismo, mientras que conflictos armados como las guerras de Ucrania y Oriente Medio están perturbando las rutas comerciales tradicionales. La perspectiva del regreso de Trump a la Casa Blanca amenaza con reavivar una guerra comercial a gran escala, en particular con China, con el riesgo de imponer aranceles de hasta el 60% a todos los bienes importados.
Al mismo tiempo, iniciativas como la Inflation Reduction Act y la Chips Act, introducidas por la administración Biden, pretenden repatriar industrias estratégicas para limitar la dependencia estadounidense de China, al tiempo que mantienen los aranceles introducidos en 2018. Esto es señal de una tendencia general entre las grandes potencias a reducir su interdependencia económica, alimentando la fragmentación de las cadenas de valor mundiales. Simultáneamente, China, considerada un actor clave en las cadenas de suministro mundiales, también está viendo ralentizarse su comercio con Estados Unidos, con una caída de los flujos comerciales mensuales entre ambos gigantes del 20% desde su máximo alcanzado en 2021.
Más allá de las relaciones chino-estadounidenses, el comercio entre bloques geopolíticos (el alineado con Occidente, por un lado, y los países que no condenaron la invasión rusa de Ucrania, por otro) se está reduciendo significativamente, de forma mucho más acusada que el comercio "intra-bloque".
A pesar de estas perturbaciones, el comercio mundial no se hunde: se reorganiza. Prueba de ello es el auge de los "países conectores", terceros países que actúan como correas de transmisión entre las grandes potencias. Vietnam y México se están convirtiendo en enlaces estratégicos, captando cuota de mercado en las cadenas de suministro chino-americanas.
En respuesta a las sanciones europeas, Rusia ha utilizado nuevas rutas comerciales, como la Ruta Marítima Septentrional, para reorientar sus exportaciones de petróleo hacia China. Las tensiones geopolíticas están cambiando no sólo el destino de los productos, sino también las infraestructuras utilizadas para transportarlos.
Esta adaptabilidad del comerciomundial puede apreciarse en la evolución de las rutas comerciales. Rutas históricas como el Canal de Suez están siendo sustituidas por alternativas menos afectadas por conflictos regionales. Otro ejemplo son las rutas ferroviarias construidas en el marco de la iniciativa china "Belt andRoad", que pretende unir varias ciudades chinas con economíaseuropeas. Estas vías ferroviarias también han experimentado una explosión de tráfico tras los ataques de los Houthi en el Mar Rojo, con un aumento del 66% del volumen de mercancías por ferrocarril entre China y la UE en el primer semestre de 2024, tras dos años de declive.
La desvinculación de Estados Unidos y China no puede ser total
A pesar de la presión en favor de la disociación, las economías del mundo siguen siendo muy interdependientes. Estados Unidos y China, en particular, presentan desequilibrios estructurales internos que solo pueden resolverse mediante el comercio exterior. China, que sigue dependiendo de las exportaciones para compensar la insuficiente demanda interna, conserva posiciones de monopolio en algunos sectores críticos, como la construcción naval y la producción de contenedores.
A pesar de las iniciativas de "friend-shoring" destinadas a reforzar las relaciones comerciales con los países aliados, Estados Unidos sigue dependiendo de las importaciones, sobre todo de productos chinos, para satisfacer el creciente consumo.
Sin embargo, la resistencia del comercio mundial se pondrá a prueba en los próximos años. La intensificación de las guerras comerciales, como prometen los candidatos a la presidencia de EEUU, unida a una continua escalada de los conflictos mundiales, podría provocar importantes perturbaciones en las cadenas mundiales de suministro, especialmente en puertas estratégicas como el estrecho de Ormuz.
Tesys: ¿Tienen los conflictos geopolíticos un impacto en las carteras de renta variable?
Antonio Fernández Quesada, director de inversiones de Tesys Activos Financieros, reconoce que siempre existen incertidumbres y un motivo para no invertir. "En los últimos años hemos vivido guerras, pandemias, Brexit, subidas y bajadas de tipos, tensiones en la inflación etc. Sin embargo, la Bolsa en su conjunto y a pesar de la volatilidad que puedan producir estos eventos en el corto y medio plazo, tiende a crecer a largo plazo a medida que las compañías generan beneficios, los acumulan, reinvierten, o reparten vía recompra de acciones o dividendos. En estos momentos y después de años de mucha incertidumbre y cambios geopolíticos a nivel mundial, nos encontramos en máximos históricos", argumenta.
"Pienso que con una alta probabilidad en los próximos 10 años la Bolsa continuará subiendo, no sin caídas en el viaje, típicas de la renta variable", apunta.
Una escalada del conflicto en Oriente Medio puede generar más incertidumbre y más volatilidad. Sin embargo, en un contexto incierto se puede rotar las carteras hacia las mejores ideas de inversión y generar valor, tomando posición en empresas que no dependen sensiblemente de la subida o bajada de materias primas, como el coste del petróleo o, en caso de invertir en empresas que puedan verse afectadas, seleccionar las que pueden fijar precios y combatir la inflación de materias primas o aumentos de costes logísticos que esto generaría.
El petróleo es una materia prima indispensable en la economía global, por lo que tiene un impacto relevante en los costes de las diferentes empresas. Una compañía cuyos costes dependan de forma importante del petróleo se verá afectada negativamente al tener que incrementar precios si no quiere entrar en pérdidas. También existiría menos renta disponible en niveles generales, pues el petróleo sigue siendo la materia prima necesaria para desplazarse y que utilizan la mayoríade las personas. También tiene múltiples usos.
"En Tesys, no invertimos en empresas dependientes en exceso de una materia prima, por lo que, aunque las fluctuaciones de éstas afectan en el corto y medio plazo, sus ingresos suelen ser predecibles y a largo plazo podrán hacer frente a tensiones inflacionistas generadas por las subidas de cualquier materia prima. El poder de fijación de precios de las compañías permite que se pueda hacer frente de manera efectiva a la subida de cualquier tipo de coste", explica.
"Un buen inversor debería estaría invertido en buenas compañías, que generan efectivo de manera creciente y recurrente independientemente del contexto, compradas a precios razonables, mirar a largo plazo y no intentar predecir el mercado. Durante los próximos 10 años es probable que volvamos a vivir muchos eventos geopolíticos, y a pesar de que la Bolsa pueda caer en momentos puntuales, las empresas seguirán generando efectivo, y sus accionistas viéndose beneficiados con esta generación de valor", añade.