El proteccionismo de Trump es una mala noticia

Miguel Ángel Valero

Las perspectivas de crecimiento económico mundial para 2025 parecen sólidas, pero poco prometedoras. Oscilan en la mayoría de las previsiones entre el 2,5% y el 3%. Estas cifras ocultan una enorme incertidumbre: la escalada geopolítica en Ucrania y Oriente Medio es una posibilidad clara que afectará a los flujos comerciales; el deterioro de la economía china y la reacción de Beijing ha sido uno de los elementos clave de 2024 y puede volver a serlo en 2025; y, lo que es más importante, Donald Trump inicia en enero su segundo mandato como presidente de Estados Unidos tras una campaña dominada por la retórica de “América first”. Cualquiera de estos factores puede desbaratar las previsiones de crecimiento mundial. Al mismo tiempo, hay razones para un optimismo prudente.

¿Qué hará ahora Donald Trump? Tras la clara victoria en las elecciones presidenciales de Estados Unidos y la mayoría republicana en ambas cámaras, parece ser la pregunta más acuciante de todas. El presidente Trump parece tener vía libre. La rápida implementación de sus promesas de campaña en torno a los aranceles, las deportaciones y la desregulación puede tener un impacto significativo en la economía global. Pero, ¿se traducirán estos anuncios de campaña en acciones concretas?

“Trump ciertamente aireó algunas propuestas extremas durante la campaña, pero la suposición en este momento es que no todas serán implementadas, y las que lo sean pueden no serlo en su totalidad o de inmediato. Por ejemplo, el arancel general del 60% sobre las importaciones chinas no parece realista, a pesar de las promesas de campaña. Lo mismo ocurre con los tres millones de deportaciones de inmigrantes indocumentados”, explica el economista jefe de Atradius, John Lorié, en el blog de Crédito y Caución.

La retórica de línea dura de Trump puede chocar rápidamente con la cruda realidad económica. Es probable que la comunidad empresarial se oponga a aranceles generales que pueden provocar una guerra comercial perjudicial, mientras que deportar a millones de trabajadores podría amenazar la viabilidad de miles de empresas. Cualquier futura subida de los precios del consumo tendría muy mala acogida entre los votantes.

“Ha ganado las elecciones cómodamente, pero habrá algunas limitaciones a sus acciones. Por esa razón, aunque es muy probable que haya algunos nuevos aranceles, éstos pueden estar dirigidos a sectores específicos y ser menos impactantes de lo que sugieren las promesas de campaña”, añade Lorie.

Aun así, Trump recurrió a la amenaza con aranceles durante su primera presidencia y es casi seguro que volverá a hacerlo. Las advertencias podrían darse en 2025 seguidas de su aplicación en 2026 y un aumento gradual de los costes.

“Paradójicamente, la amenaza de aranceles puede impulsar el crecimiento del comercio el año que viene. En la medida de lo posible, las empresas adelantarán sus importaciones a la segunda mitad de 2025 para superar cualquier nuevo arancel que se espera que entre en vigor en 2026”, vaticina este experto.

La política fiscal de Trump también puede impulsar el comercio, al menos a corto plazo. Ha prometido recortar algunos los impuestos y reducir la carga regulatoria en toda la economía. Es probable que estas medidas estimulen el crecimiento de la economía estadounidense y que, en ausencia de nuevos aranceles, impulsen los volúmenes de importación.

“Esto, a su vez, estimulará el comercio mundial. Pero un recalentamiento de la economía presionaría sobre la inflación. La inflación subyacente y la de los servicios siguen siendo relativamente altas en Estados Unidos, y a la primera señal de aumento la Reserva Federal actuará. Eso podría significar que los tipos de interés estadounidenses se mantengan más altos durante más tiempo”, avisa Lorié.

Al menos de momento, las previsiones de crecimiento de la economía estadounidense para los próximos 12 meses se sitúan en torno al 2,6%, cerca de la media mundial. Es probable que los países emergentes de Asia vuelvan a superar la media mundial de crecimiento en 2025, aunque la cifra del 4,4% prevista para Asia y el Pacífico representa un ligero descenso con respecto a este año. Éste se debe a la vacilante economía china, que se espera que crezca en torno al 4,4% en 2025, muy por debajo del actual objetivo gubernamental del 5%. Economías de alto rendimiento como India y Vietnam soportarán parte de la presión, con un crecimiento previsto de entre el 6% y el 7%.

“No es realista esperar que China registre el tipo de crecimiento del 10% al 12% que hemos visto en el pasado. Un problema concreto al que se enfrenta es el envejecimiento de la población. Eso significa que China se está perdiendo el beneficio del crecimiento de la población que India está disfrutando actualmente”, afirma Lorié.

Beijing ha propuesto un paquete de medidas para impulsar el crecimiento, que incluye tipos de interés más bajos, hipotecas más baratas y dinero extra para proyectos de inversión locales. En los próximos meses se verá si ha actuado con suficiente rapidez y decisión.

Varios países de Asia-Pacífico se encuentran actualmente atrapados en la trampa de la renta media, que el Banco Mundial describe como una situación en la que los países de renta media “se enfrentan a serios vientos en contra relacionados con el crecimiento económico, la competencia salarial y la innovación”. China e India forman parte del grupo de más de cien países atrapados entre el estatus de renta baja y alta.

“El reto es salir de esa trampa, y para ello se necesita Inversión Extranjera Directa, una mano de obra formada y un crecimiento sostenido de la productividad. Vietnam es un país que lo está haciendo bastante bien en este sentido, al estar abierto a las economías de Oriente y Occidente”, explica el economista jefe de Atradius.

El problema es Europa

Es probable que la Europa Oriental emergente y América Latina igualen las medias mundiales de crecimiento en 2025. Pero el verdadero problema es Europa Occidental. “El escaso crecimiento en la zona euro está lastrando las previsiones para las economías avanzadas. En parte es consecuencia de fuerzas externas, pero también hay retos internos. La UE debe centrar sus esfuerzos en aplicar reformas que fomenten el crecimiento. Eso podría incluir la reducción de la regulación y fragmentación de los mercados financieros en particular y el fomento del dinamismo y la innovación en la economía”, afirma Lorié. 

Invertir en investigación científica e I+D debe ser una prioridad, para cerrar la brecha de innovación con otras economías. También pueden ser necesarias reformas del mercado laboral. La mayoría de los economistas prevén una actividad más intensa en la eurozona el año próximo, aunque el crecimiento sólo repuntará hasta un modesto 1,3%. La mejor noticia es que la inflación se acerca a los niveles previstos y los tipos de interés bajan más deprisa en la Unión Europea que en Estados Unidos.

La previsión económica es una tarea delicada en cualquier momento, y más aún durante un periodo de importantes turbulencias geopolíticas. Así ha sido durante los dos últimos años, pero el comodín para 2025 es la presidencia estadounidense.

Si el presidente Trump desafía las expectativas y aplica rápidamente aranceles generales a China, Canadá, México y la Unión Europea, todo lo cual ha amenazado con hacer, todas las apuestas están abiertas. De momento, los mercados esperan medidas más graduales y selectivas. El problema para las economías de todo el mundo es que la mente del nuevo presidente, sin limitaciones en el Congreso o por la necesidad de futuras campañas electorales, puede ser imposible de predecir.

El peso de las exportaciones de España a EEUU es menor que la media

Por su parte, Ángel Talavera, director de Economía Europea en Oxford Economics, asegura que España despedirá 2024 "con un crecimiento algo más suave en el cuarto trimestre, pero aún por encima de la media de la zona euro. El crecimiento de 2025 debería ser algo menor al de 2024, pero seguiremos estando a la cabeza de crecimiento entre los principales países europeos". El impacto de la DANA sobre el PIB va a ser limitado, "quizás un par de décimas en el cuarto trimestre". "A más largo plazo, los antecedentes de catástrofes naturales parecidas generalmente indican que, si se produce un esfuerzo de reconstrucción con suficientes fondos y se implementa rápidamente, este tipo de eventos no suele tener un impacto permanente en la trayectoria del PIB", subraya.

Europa, especialmente su industria, afronta "unos precios de la energía más altos que nuestros competidores, una cada vez mayor competencia exterior en sectores concretos, como por ejemplo en vehículos eléctricos, en algunos casos incluyendo competencia desleal debido a las ayudas estatales como en China, o en el caso americano con políticas de apoyo empresarial que están propiciando que cada vez más empresas consideren trasladar su producción allí. Y más a corto plazo, el mayor gasto en servicios respecto a bienes también está suponiendo un freno para el sector manufacturero".

"A largo plazo, la riqueza de un país viene principalmente dada por su productividad, por lo tanto, la menor productividad con respecto a Estados Unidos es el gran problema de Europa. Cualquier medida que ayude a disminuir esta brecha debería ser una prioridad de política económica para los gobiernos europeos. La fragmentación de mercados es uno de nuestros grandes problemas, ya que las empresas europeas no pueden competir en tamaño, pero también los problemas para acceder a financiación y movilizar capital privado, la fuga de talento debido a las oportunidades mucho más atractivas en Estados Unidos, y en general una cultura empresarial, económica y educativa que no promueve el desarrollo y la innovación como sí ocurre en Estados Unidos", añade Talavera.

"Está claro que la administración de Trump va a subir los aranceles, aunque probablemente este proceso aún se demore unos cuantos meses. China es la principal obsesión por su elevado superávit comercial con Estados Unidos. pero la Unión Europea también lo sufrirá, aunque aún es pronto para saber cuánto subirán y a que sectores afectarán, o si serán aplicables a toda la economía. Esto es muy mala noticia para Europa por el alto peso de las exportaciones en la economía, pero es algo menos negativo para España, especialmente porque el peso de las exportaciones a Estados Unidos es algo menor que la media. Dicho esto, las exportaciones han sido uno de los grandes motores de crecimiento en España en los últimos 10 años, por lo que un incremento del proteccionismo o una guerra comercial es inequívocamente mala noticia.