Miguel Ángel Valero
El informe Demografía: un análisis de su impacto en la actividad aseguradora, realizado por Mapfre Economics y publicado por Fundación Mapfre, muestra que la baja tasa de natalidad y el aumento en la esperanza de vida han llevado a España a un proceso de envejecimiento poblacional acentuado. Esto se agrava por una distribución poblacional desigual a lo largo de su territorio, donde las áreas más pobladas son Andalucía, Cataluña y Madrid. La capital de España y Barcelona se encuentran entre las tres mayores regiones metropolitanas de la Unión Europea en 2023 y, junto con Ámsterdam (Países Bajos), experimentaron las mayores tasas de crecimiento relativo, con un aumento de su población del 5%.
En 1950, el porcentaje de personas menores de 25 años representaba el 45,7% de la población total, reduciéndose al 23,8% en 2024. Las previsiones indican que este porcentaje seguirá disminuyendo, alcanzando el 19,2% en 2045, el 19,1% en 2065 y a finales de siglo aumentará ligeramente al 19,3%.
El número de muertes supera al de nacimientos en España y, según las proyecciones demográficas, continuará de esta forma hasta finales de siglo. Pero la esperanza de vida en España ha aumentado considerablemente debido a la reducción de las tasas de mortalidad, situando a este país por encima de las economías más avanzadas y las regiones menos desarrolladas del mundo. La esperanza de vida al nacer pasó de 61,8 años en 1950 a 84,2 años en 2024, lo que representa una ganancia de 22,4 años, y las proyecciones indican que la esperanza de vida al nacer podría alcanzar los 86,8 años en 2045, los 89,2 años en 2065 y los 93,3 años al final del siglo.
La esperanza de vida a los 65 años es un indicador especialmente relevante para el gasto sanitario y las pensiones. En 2024, alcanzó los 21,9 años y las estimaciones futuras indican que en 2045 será de 23,9 años, en 2065 de 25,8 años y a finales de siglo alcanzará los 29,2 años. Por lo que se refiere a la esperanza de vida a los 70 años, en 2024 se sitúa en 17,8 años y las proyecciones indican que alcanzará los 19,6 años en 2045, los 21,3 años en 2065 y los 24,4 años a finales de siglo.
De igual forma, se produce un aumento correlativo del peso de las cohortes de mayor edad, de manera que las personas de 65 o más años, representaban en 1950 el 7,2% de la población, llegando a un 21,2% en 2024 y pronosticando un aumento hasta el 34,7% en 2045, un 37,4% en 2065, alcanzando a finales de siglo un 38,7%.
Así, esta transición demográfica irá incrementando de forma progresiva la presión sobre los sistemas sanitario y de pensiones, debido a la transición en España a una sociedad más madura, donde se reduce la fuerza laboral al tiempo que aumenta la proporción de personas que alcanzan edades avanzadas.
Por otra parte, los movimientos migratorios están ayudando a ralentizar este proceso de envejecimiento poblacional, considerando que España es el segundo país de la Unión Europea que recibe mayor número de inmigrantes después de Alemania. El saldo migratorio de España con el exterior fue positivo en 727.005 personas, en 2022 (1.258.894 personas procedentes del extranjero establecieron su residencia en nuestro país y 531.889 personas abandonaron España), el mayor saldo en los 10 últimos años.
Sin embargo, salvo que se produzcan desviaciones significativas en las tendencias previstas de natalidad, mortalidad y flujos migratorios, estos factores demográficos incluidos en las proyecciones siguen apuntando hacia un envejecimiento progresivo de la población española a lo largo de este siglo.
España, 35º país del mundo por potencial asegurador
El Indicador de Potencial Asegurador por Impulso Demográfico (IPAID), elaborado por Mapfre Economics, coloca a España en la posición 35, sobre 179 países. Este indicador evalúa la capacidad de crecimiento y desarrollo del mercado asegurador, basándose en las oportunidades derivadas del proceso de evolución demográfica y renta per cápita, y destaca que en España existe un escenario muy positivo para el sector asegurador debido a la necesidad de atender la demanda de los ciudadanos en materia de salud y ahorro.
El incremento de la presión sobre los sistemas sanitarios y de pensiones debe provocar una mayor demanda de productos y servicios aseguradores. Cuanto mayor es la proporción de personas de 65 o más años y mayor es el nivel de PIB per cápita, mayor es también la capacidad de crecimiento del gasto sanitario, un dato que sin duda favorece el desarrollo de los seguros.